Se abre el telón de esta columnejilla y aparece un cuento rojo que será condenado de seguro por la Pía Sociedad de Sociedades Pías. Habla ese relato goliardesco de un señor bastante entrado en años, senescente, que había pasado ya por todos los quebrantos, fatigas y vergüenzas -sobre todo vergüenzas- que llegan al hombre con la madura edad. Iba ese añoso caballero a desahogar una necesidad menor y no podía hallar la parte que se requiere para cumplir con dicho menester. Dirigiéndose a esa parte le dice con ternura: "-No te asustes, bonita, no te escondas. Nada más te quiero para hacer pipí"... La esposa de Ovonio le reclama: "-Los juegos de futbol terminan cuando muy tarde a las 11 de la noche. ¿Por qué entonces llegas siempre a la casa a las 3 de la mañana?". "-Es que, ya sabes, vieja -explica él-. Al final del partido siempre se organiza la coperacha entre los cuates para comprar la cheve, o una botella". "-¡Pues tú no te quedes!" -demanda la señora. Y dice con mansedumbre el tal Ovonio: "-Es que yo soy el que la organizo"... Le cuenta una chica a otra: "-Un muchacho de mi colonia me invita a salir. Pero advierto en él síntomas que no sé si son de sífilis o de tuberculosis". "-Sal con él -le aconseja la amiga-. Y si nada más tose ¡a darle!"... Don Luis Recaséns Siches, inolvidable maestro de Filosofía del Derecho, nos explicaba la diferencia que hay entre lo racional y lo razonable. "Hay dos relojes -proponía-. Uno está detenido, no funciona; el otro marca la hora con un segundo de retraso. ¿Cuál de los dos prefieren?". Todos escogíamos el que atrasaba un segundo. "-Pues se equivocan -nos decía el maestro-. En teoría la función de un reloj es marcar la hora con exactitud. El reloj detenido la marca dos veces cada día, en tanto que el reloj que atrasa un segundo no marca nunca la hora exacta". Nos desconcertaba esa argumentación, hasta que el maestro nos hacía ver que la falacia que había presentado se basaba en lo puramente racional, abstracto. Nuestra respuesta, en cambio, se fincaba en lo razonable. En efecto, sirve más un reloj que atrasa un segundo, aunque no marque nunca la hora exacta, que otro que la marca con precisión dos veces diarias pero no cumple en forma razonable su función. Es cierto: la pura razón no basta para las cosas de la vida. "Grau, teurer Freund, ist alle Theorie, / und grün des Lebens goldner Baum". Estoy citando de memoria -falible memoria- al razonable Goethe. "Gris, amigo querido, es toda teoría, y verde el árbol de oro de la vida". En la reciente inundación de Piedras Negras los Estados Unidos ofrecieron dos helicópteros para rescatar a decenas de mujeres, hombres, niños, que habían subido a las azoteas de la casas, o a los árboles, para salvar la vida. Un cierto señor dijo que había que esperar a que el Senado de la República autorizara el ingreso de esos helicópteros, pues de otro modo sería vulnerada la soberanía nacional. En términos abstractos tenía razón, pero la vida no sabe de abstracciones. Con o sin la soberanía los helicópteros llegaron y rescataron a mucha gente que de otro modo habría perecido. La globalización ha borrado fronteras económicas. Habrá que revisar también conceptos tradicionales, como ése de la soberanía, a la luz de nuevos planteamientos vitales como el que se refiere a los derechos humanos. Espero que el mundo atienda mi recomendación... Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, regresó de un viaje. Le dice a su mujer con cariñoso acento: "-Le compré un regalito a mi muñeca". "-¡A verlo, a verlo!" -pide ella ilusionada. "-Míralo" -dice Capronio. Y le muestra con orgullo el nuevo reloj que traía en la muñeca...FIN.