"-¿Y cree usted, joven –le pregunta el severo señor al galancete que le pedía la mano de su hija-, que puede hacer feliz a Susiflor?”. "-Estoy seguro de que sí, don Poseidón -responde él-. Anoche, por ejemplo, la hice muy feliz”... La esposa llegó a su casa por la noche. Venía molida del trabajo y lo único que quería era meterse ya en la cama para entregarse al sueño. Pero ¡ah, vida! Una cosa es nuestro deseo y otra muy diferente lo que el hado dispone y ejecuta. ¿Acaso sabe alguien lo que oculta el futuro? ¿O el copretérito de subjuntivo? ¿Puede alguno decir: haré lo que pude? Sí, pero sólo quitándole la hache. ¡Ah, misterios insondables! Nadie diga que tiene asegurado el bien que goza. Ya nos lo dice el clásico apotegma: "Accidit in puncto quod non speratur in anno”. Sucede en un instante lo que en un año no se espera. De otro modo lo manifiesta Publio Sciro: "Fortuna vitrea est; tum cum splendet, frangitur”. La fortuna es como el vidrio: así como brilla se quiebra. Y Kempis, con laconismo estoico: "Homo proponit, set Deus disponit”. El hombre propone, pero Dios dispone. ¡O’id la voz de la razón, hermanos, y depositad vuestra esperanza en cosa más duradera que éstas que vemos y tocamos! (Y que olemos también, no cabe duda, pero a esto no suelen aludir los escritores clásicos). He perdido, sin embargo, el hilo de mi relato. ¿Podré otra vez hallarlo? Mejor empezaré otra vez “ab ovo”, es decir, desde el huevo, desde el principio... La esposa llegó a su casa por la noche. Venía molida del trabajo y lo único que quería era meterse ya en la cama para entregarse al sueño. Su marido, empero, alentaba urentes impulsos de libídine, y así se acercó a ella con muestras de erótico deseo y voluptuosa solicitación. "-Esta noche no, Pitoncio -le dice la señora-. Vengo muy cansada; todo el día me lo pasé de pie”. Replica el individuo: "-Pero no lo vamos a hacer parados”... ¿Cuál es hoy por hoy la nación más repudiada del planeta? ¡Acertaron a la primera mis cuatro lectores! ¡Los Estados Unidos! Ese universal repudio deriva del inhumano trato que el ejército norteamericano está dando a los prisioneros iraquíes y a todos aquéllos acusados de terrorismo y sometidos a prácticas de tortura en cárceles secretas. Bush el Pequeño está cegado por la soberbia que afecta a quienes se creen depositarios de la voluntad divina. En su soberbia el Presidente del poderoso país no se reconoce sometido a los dictados del humanitarismo, y exalta a su secretario de Defensa como si fuera un héroe en vez de ser –el propio Rumsfeld lo aceptó- responsable de esos crímenes que avergüenzan a los estadounidenses con conciencia y sentido del bien, la justicia y la verdad. Ojalá Bush sea derrotado en la próxima elección presidencial. Esa derrota libraría al mundo de un gobernante torpe y demencial movido por impulsos elementales que aniquilaron, quizá ya para siempre, la paz y la seguridad de su país, y aun del mundo. Dice la antigua frase que los dioses ciegan a aquéllos a quienes quieren perder. Bush está ciego. Y ante la Historia está perdido ya, sea cual fuere el resultado de la próxima elección. Ai te encargo, Historia... FIN.