Pepito le dice a su papá: "-Quiero tener contigo una conversación de hombre a hombre". El señor sonríe y le contesta: "-Tú dirás". "-Padre -pregunta muy serio el chiquillo-. Una niña de cinco años ¿puede quedar embarazada?". "-Desde luego que no" -responde el papá ya sin sonreír. "-¡Carajo! -se enoja el chiquillo-. ¡Y la condenada me hizo darle mis patines dizque para venderlos y pagar los gastos de embarazo y parto!"... Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, se acerca al guapo boy scout y le pregunta: "-Dime, muchacho: ¿ya hiciste tu buena obra del día?". "-Sí" -responde él. "-¿Y de la noche?" -inquiere con sugestiva voz la señorita Sinpitier... Rupestra, mujer de la Edad de Piedra, le dice a su hombre: "-Oye, Troglo: está bien que todavía no haya televisión, pero no por eso quieras estar todo el día a duro y dale"... Don Poseidón, granjero acomodado, recibió al pretendiente de su hija, que iba a pedirle la mano de la muchacha. Le dice con gravedad don Poseidón: "-Mi respuesta, joven, depende de su situación económica". Exclama el galancete: "-¡Qué coincidencia! ¡Mi situación económica depende de su respuesta!"... Con un lápiz labial el guardia del zoológico le estaba pintando de rojo los belfos a uno de los dos hipopótamos que tenía el zoo. Llega a toda prisa el director y le pregunta: "-¿Por qué haces eso?". Responde el individuo: "-Ya me cansé de que todo el tiempo me estén preguntando cuál de los dos es la hembra"... La muchacha regresó de la universidad con las ropas en desorden, y toda despeinada. "-¿Qué te pasó?" -se alarma su mamá. Cuenta la chica: "-Un estudiante se me echó encima y me hizo objeto de toda suerte de tocamientos lúbricos". "-¡Qué barbaridad! -se espanta la señora-. ¿Y tú gritaste?". "-Mamá -responde ella con tono de reproche-. Estábamos en la biblioteca"... ¡Cómo han cambiado los tiempos! Antes cuando alguien decía "La Maestra" pensábamos en Gabriela Mistral. Ahora pensamos en Elba Esther Gordillo. El oficio de enseñar es un hermoso oficio. Durante 40 años fui maestro. Añoro la diaria conversación con mis alumnos, y envidio a quienes tienen la fortuna de ir cada día a las aulas a contagiarse del idealismo, la generosidad, la nobleza -y un poco también del jubiloso desmadre- de la juventud. Si algo aprendí en mis cuatro décadas de profesorado es que la tarea del maestro no consiste tanto en enseñar como en trasmitir entusiasmos. Si un maestro logra infundir en sus alumnos el amor a su materia, si los hace interesarse en ella y querer saber más por cuenta propia, entonces seguirá siendo su maestro toda la vida. El magisterio da satisfacciones que ningún otro oficio puede dar. El otro día entré en el baño de un restorán. Un hombre joven que estaba ahí me dijo de buenas a primeras: "El corazón tiene razones que la razón no conoce". Prudentemente me acerqué a la puerta con intención de huir: ya se sabe todo lo que en un baño puede suceder. Pero añadió el que en tan insólito modo se había dirigido a mí: "Usted fue mi maestro de Literatura hace 20 años. No he olvidado esa frase de Pascal que nos enseñó al hablarnos del romanticismo"... Yo no merecía ser maestro, y sin embargo lo fui. Felicito hoy a quienes en verdad lo son, a los que cumplen su tarea con entrega, con sentido de responsabilidad, sin incurrir en esa forma de deshonestidad que son las ausencias continuas, los sistemáticos retardos, la falta de preparación de la materia. Quienes incurren en esas corruptelas no son maestros por vocación: lo son por accidente. Son maestros por dos razones solas: el día 15 y el día último. En verdad no son maestros. Son ganapanes... FIN.