Afrodisio Pitorreal, galán libidinoso, tenía el pésimo hábito de cortejar mujeres con marido. Y es que el necio ignoraba este sabio refrán campirano: "El que enamora a casada hiede a muerto". Cierto día logró seducir a una. Muy orgulloso de su conquista estaba Pitorreal, pues la señora le dijo que por primera vez estaba quebrantando la fidelidad que juró en el altar donde contrajo nupcias. Si lo hizo, le explicó, fue porque la rindió el varonil encanto de Afrodisio. Seguramente el caso no se repetiría. "Claro -añadió la señora-, nadie diga de esta agua no beberé". Una tarde Pitorreal y su amiga se estaban refocilando en el propio domicilio de la dama. Segundo error, tremendo: para eso hay moteles de corta estancia o pago por evento. Y no se alegue economía, pues tal es la competencia entre esos establecimientos que han reducido sus tarifas a 200 pesos, y aun menos. ¿Para qué tomar riesgos? Además la hipoteca de la casa generalmente pesa sobre el esposo, y usarla para ponerle mitra -cuernos, quiero decir- es añadir la ofensa a la injuria. Pero esas reflexiones morales me están apartando del relato. Se hallaba Pitorreal con la señora cuando de súbito llegó el marido. "-Entra en el clóset -le dice la mujer a su amador-. Mi esposo viene de viaje, y quizá no saldrá pronto de la casa. Pero no te preocupes: en el clóset les tengo a ustedes agua y comida para cuatro días"... ¡"A ustedes"! En lo más íntimo hirió esa frase a Pitorreal. Él había creído ser el único en el favor de la señora, y su alcoba parecía centro de convenciones. A lo mejor hasta fax e internet les tenía en el clóset a sus visitantes. Muy bien lo dijo Catulo en sus Carmina: "Mulier cupido quod dicit amanti, rapida scribere oportet aqua". Lo que la mujer le dice a su anheloso amante debe escribirse en el agua que corre... He aquí otro dicho popular: "Con tiento, santos varones, que el Cristo está apolillado". Ese proverbio llama a la prudencia, a la mesura y discreción en las acciones. La Procuraduría General de la República solicitó a la Cámara de Diputados el desafuero de Andrés Manuel López Obrador como presunto responsable de violar la Ley de Amparo. No dudo que el Jefe de Gobierno del Distrito Federal haya incurrido en ese ilícito: varias veces ha mostrado, de palabra y obra, que el respeto a la ley no es una de sus preocupaciones primordiales. Como todos los demagogos -y López Obrador lo es- el gobernante de la Capital no duda en vulnerar el orden jurídico cuando eso favorece sus designios. Si la autoridad federal busca el cumplimiento de la ley y el castigo a que se hace acreedor, el que se aparta de ella, que sea en hora buena: estamos ya cansados de que los dictados de la ley se supediten a los de la política. Sin embargo esta acción tiene precisamente un fuerte tufo de política, pues si la Procuraduría sale adelante con su empeño López Obrador quedará inhabilitado para buscar la Presidencia de la República, pese a ser el aspirante más adelantado en la carrera de la sucesión. En este caso, como en todos, se ha de actuar con estricto apego a la ley, y no por turbios designios partidistas. Ándese con cuidado la autoridad federal, pues puede salirle el éste por la tirata -cosa peor que salir el tiro por la culata-, y hacer de López Obrador un perseguido político, vale decir un mártir, lo que daría más fuerza a su ambición. Yo digo que los adversarios del socarrón y habilidoso populista deben vencerlo en las urnas, no en las barandillas judiciales... Le pregunta el doctor a Babalucas: "-¿Practica usted el sexo seguro?". "-Claro que sí, doctor -contesta el badulaque-. A todas les doy un nombre falso"... FIN.