El juez estaba determinando las condiciones a que se sujetaría el trato de los esposos recién divorciados. Les dice: "En cuanto a los nueve hijos, pasarán la mitad del tiempo con usted, señora, y la otra mitad con su ex marido". "¡Eso no es justo! -protesta la mujer-. ¡Ninguno de los niños es de él!"... La chica de tacón dorado terminó de vestirse frente al maduro médico. Le dice: "Lo encontré muy bien, doctor Senilio. ¿Cuándo quiere que programemos mi próxima visita?"... Dos bebés, Pepito y Rosilita, estaban platicando en el lenguaje de los niños de su edad. Alardea la pequeña: "Soy muy inteligente. Apenas tengo 11 meses y ya camino". "Yo soy más inteligente que tú -replica Pepito-. Ya tengo tres años y todavía me cargan siempre"... Doña Calda pasó a mejor vida. En su velorio el marido se veía triste, pero sereno. En cambio el compadre Pitoncio, que -según era bien sabido en todo el pueblo- había sido algo más que compadre de la difuntita, estaba inconsolable. Gemía ruidosamente; a cada rato estallaba en sollozos y ululatos. "Contrólese, compadre -le dice el viudo dándole cariñosas palmaditas en la espalda-. Le prometo que volveré a casarme"... El elegante cliente del no tan elegante restorán se molestó al ver que el mesero traía el dedo pulgar sobre la carne que se disponía a servirle. "¡Camarero! -le ordena-. ¡Quite usted inmediatamente el dedo de mi filete!". "Está bien -responde el tipo-. Allá usted si se me vuelve a caer"... Dos famélicos gatos buscaban desperdicios en un basurero. De pronto vieron pasar a Mickey Mouse por la acera de enfrente. Uno de los hambrientos micifuces se dispuso a lanzarse sobre el ratón, pero su compañero lo detuvo. "Con ése no te metas -le aconseja-. Parece que es famosillo"... El marido le pregunta a su esposa: "Dime, Ligeria: ¿con cuántos hombres tuviste relaciones antes de casarte conmigo?". La señora queda en silencio. "Perdóname -le dice el tipo apenado-. Reconozco que fue una pregunta idiota". "No me quites la concentración -pide ella-. ¿En qué iba? A ver: Juan, 19; Pedro, 20; luego tú, 21; Antonio, 22; Jaime, 23...". Hace unos días, en la Ciudad de México, le pregunté a un mexicano muy distinguido su opinión acerca de la sucesión presidencial. "La veo difícil y muy peligrosa -me dijo-. López Obrador sigue conquistando la ignorancia". La frase es lapidaria, contundente, y viene de alguien que a su honestidad intelectual añade un gran conocimiento tanto de nuestra vida pública como de la naturaleza humana. Si no digo su nombre es porque mi conversación con él se dio en el ámbito del trato social, y no de nuestras respectivas actividades. Con otro mexicano, también de muy elevados méritos, pude haber departido en mi ciudad, pero ese día tenía yo cosas menos importantes que hacer, y tal circunstancia me privó del honor de saludarlo. Hablo de don Gilberto Rincón Gallardo, a quien tanto respeto y tanto admiro. Por él voté en la pasada elección presidencial. En su último artículo editorial don Gilberto habla de la reciente visita a México de José Luis Rodríguez Zapatero, todavía flamante Presidente del gobierno español. "... El buen trato dispensado al Presidente Zapatero -dice Rincón Gallardo- tal vez podría tener un efecto político adicional, en este caso para los proyectos de izquierda en México: sería muy productivo aprender de una izquierda sensata, coherente y democrática, que por las vías de la legalidad, las reformas estructurales y la política de acuerdos ha podido no sólo gobernar, sino también fomentar un modelo de libertades con bienestar. Sería una buena noticia que los referentes de la izquierda mexicana fueran cada vez más los socialistas Zapatero de España o Ricardo Lagos de Chile, y cada vez menos Castro o Chávez...". Ojalá haya leído esto el conquistador de la ignorancia... FIN.
