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De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

Fue muy enérgica la renuncia de Felipe Calderón a su cargo de secretario de Energía. Tal es la única relación que pudo al fin establecerse entre el político panista y el puesto de orden técnico que Fox le encomendó. Seguramente esa renuncia perturbó al Presidente. En primer lugar, por los términos en que la redactó el dimitente, que se permitió incluso deslizar una crítica a la ya conocida falta de capacidad de interlocución en el guanajuatense. Luego, porque es evidente la falta de autoridad moral del mandatario para haber reprendido a su colaborador en la forma en que lo hizo. El propio Fox incurrió ayer como Gobernador en la culpa que hoy reprueba como Presidente, y él mismo dio el banderazo a una carrera que ahora trata empeñosamente de frenar. Lo peor de todo, sin embargo, es la difícil posición en que Fox queda tomando en cuenta las aspiraciones de su esposa. Desde hace ya buen rato la señora anda en campaña; no desaprovecha ocasión alguna para fortalecer su pretensión. Y sin embargo su actividad no es acotada, ni se advierte que su señor marido quiera -o pueda- ponerle a la primera dama los mismos límites que ahora impone a los integrantes de su Gabinete. Aquí se pone de manifiesto una vez más el daño que la señora Sahagún causa a su esposo al mantener un empeño personal que difícilmente cuajará, pero que mientras tanto es origen de muchos y muy variados inconvenientes para su consorte. En cuanto a Calderón, lo sucedido lo beneficia a fin de cuentas. No creo que su renuncia haya sido fruto de un cálculo político: quien conozca a Felipe Calderón sabrá que su acción fue resultado de un impulso de pundonor y dignidad. Pero la política es juego tan extraño que hasta la dignidad y el pundonor pueden rendir en ella, a veces, buenos dividendos. Tuvo el panista un motivo plausible para dejar un cargo que nunca debió haber aceptado y en el cual su desempeño estaba siendo menos que mediano. Nadie podrá culparlo ahora del fracaso de la reforma energética planteada con tan poca fortuna por el Presidente. Al mismo tiempo Calderón se desliga por completo de la figura de Fox: ya no lo acompañarán los fracasos y yerros de la administración. Por último, el ex secretario queda en aptitud de hacer una campaña tan abierta como las que están haciendo Medina Plascencia o Castañeda. A doña Marta le resulta ahora un rival más enconado y de mayor peligro. En fin, que de una acción desatinada están derivando efectos buenos para Calderón, y de una acción atinada están saliendo efectos malos para el Presidente. El reprendido sale ganancioso, y el reprensor queda en situación difícil. Triste sino el de Fox, que termina incurriendo en sinrazón aun las veces que actúa con razón... Entra un salteador en una casa y sorprende al marido y a su esposa. Le dice al señor apuntándole con una pistola: "Déme todo su dinero". En seguida se vuelve hacia la mujer y le avisa: "Y usted prepárese. Hace dos años que no estoy con una mujer". Clama el marido: "¡No tengo dinero aquí en la casa!". Y manifiesta la señora: "Y a mí me duele la cabeza"... Viene ahora un cuento en que se usa la palabra "testículos". Las personas que no gusten de leer cuentos en que aparezca esa palabra sáltense en la lectura hasta donde dice FIN... El médico se espantó al ver llegar a Babalucas con una hacha clavada en la cabeza. Le dice el tonto roque al galeno: "Doctor: quiero que me examine los testículos. Me duelen". "-¡Los testículos! -exclama atónito el facultativo-. ¡Pero si trae usted una hacha clavada en la cabeza!". "-Precisamente, doctor -confirma Babalucas-. Cada vez que estornudo me doy con el mango del hacha en los testículos"... FIN.

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