El recién casado le pregunta con amorosa voz a su flamante mujercita: "¿De quién son esos ojitos tan hermosos?". Responde ella con melifluo tono: "Tuyos, mi vida". "¿Y esa boquita de tentación?". "Tuya, mi cielo". "¿Y esa naricilla respingona?". "Tuya, mi amor". Se decide él y da el gran salto: "Y esas pompitas tan lindas ¿de quién son?". "Tuyas, papito -contesta ella-. Y también de Pedro, Juan, Rodolfo, Eduardo, Luis..."... El cliente le pide al dependiente de la zapatería: "Quiero estos zapatos en número 7 y medio". El encargado le hace la correspondiente prueba y le dice: "Señor: ésta no es su medida. Usted calza por lo menos medio número más grande, si no es que uno". "Los quiero así, en 7 y medio" -repite el tipo. "Pero, señor -insiste el encargado-. Estoy seguro de que el 7 y medio no es su medida. Si lleva los zapatos de ese número le van a apretar mucho". "Mire, joven -le dice entonces el señor con acento sombrío-. Tengo un trabajo que odio y un jefe que detesto. Estoy casado con una mujer que me hace la vida imposible y que se llevó a vivir a mi casa a su mamá, que es una fiera insoportable. Mi hijo es un holgazán bueno para nada. Mi hija me causa todos los días un problema. No tengo amigos, ni puedo pagarme las diversiones que me gustan. No me prive usted del único gran momento de satisfacción que disfruto en todo el día: llegar a mi casa y quitarme los zapatos"... La patrulla policíaca llegó a toda velocidad, la sirena ululando, y se detuvo con un violento enfrenón en la casa de Himenia Camafría, madura señorita soltera. Dos agentes bajaron apresuradamente del vehículo y con sus pistolas en la mano fueron corriendo hacia la puerta con la evidente intención de echarla abajo e irrumpir en la morada. En eso, sin embargo, la señorita Himenia asomó la cabeza por la ventana del segundo piso. "Señores policías -les dice-. Háganme el favor de retirarse". "¿Que nos retiremos? -pregunta con asombro uno de los patrulleros-. ¿No fue usted la que llamó al teléfono de emergencia para pedir auxilio porque un individuo había entrado en su casa y se disponía a violarla?". "Así es -contesta la señorita Camafría-. Pero puede una cambiar de opinión ¿no?"... Nuestro problema es que nos estamos ocupando demasiado de la política y poco o nada de la economía. Ciertamente la economía de nuestros políticos es muy buena, pero nuestra política económica es muy mala. Se ha logrado mantener la disciplina que los dos últimos regímenes priistas impusieron, y eso ha evitado la debacle, pero nada se ha hecho para fomentar el empleo y cada día aumenta más el número de pobres. Nuestra estabilidad financiera se ve prendida con alfileres, que para colmo son pocos y de no muy buena calidad. Mientras eso sucede, ¡qué parajoda! (la parajoda es el grado superlativo de la paradoja), crece el gasto corriente del Gobierno y aumenta el volumen de la burocracia. ¿Hacia dónde vamos? ¿Cómo terminará todo esto? ¿Caeremos en otra crisis dentro de la crisis? ¿Cuál es la capital de Dakota del Sur?... Babalucas tenía un restorán. Cierto día lo llama un indignado cliente: "¿Qué clase de restorán es éste? -le dice el sulfurado caballero-. ¡Hace media hora pedí unas papas a la francesa y no me han llegado!". Replica muy serio Babalucas: "Es usted un mentiroso". "¿Un mentiroso yo? -se indigna más el cliente-. ¿Por qué me llama usted mentiroso?". Responde Babalucas: "Dice que pidió unas papas a la francesa, y aquí todas las meseras son mexicanas"... En la noche de bodas exclama la recién casada con un gesto de extática y jubilosa admiración: "¡Ay qué bueno! ¡Es reciclable!"... (No le entendí)... FIN.