Llegó un individuo al lobby bar de cierto hotel. Traía antojo de tomarse un tequila doble. En el extremo de la barra, de pie, estaba una guapa mujer de popa abundantísima, de augusto caderamen, de nalgatorio ubérrimo, de glúteos que dejaban a las musas de Rubens en calidad de Twiggies descarnadas. Tan copioso era el tafanario de la dama que sus dos hemisferios atraían la mirada cual poderoso imán erótico. El recién llegado no podía apartar los ojos de aquella carnadura. De pronto se le acerca el barman, hombre rudo y mal encachado, y le dice con ominoso acento: "Oiga, amigo: no esté viendo así a esa señora. Es mi esposa". Se sobresalta el tipo y contesta todo azarado: "¿Cuál señora, y quién la está mirando?". "No se haga tonto -replica el toroso cantinero-. Usted, que no le quita los ojos del trasero a mi mujer". "Se equivoca, señor mío -responde el individuo-. Yo no acostumbro fijarme en esas cosas. Estaba con la mirada perdida, pensando en asuntos bien distintos". "¡Y encima lo niega! -se irrita el de la barra-. No me tome por imbécil. Lo he estado observando, y no le quita a mi esposa los ojos de ahí atrás". "Se lo he dicho y se lo vuelvo a repetir -insiste el hombre-. Yo no estaba viendo eso que usted afirma. Estaba pensando en otras cosas. Es más: ya no me esté molestando. Sírvame un teculo doble"... Oaxaca, la de Juárez... Oaxaca, la de Porfirio Díaz, noble patriota mexicano injustamente condenado por la historia oficial a la mentira y al olvido... Oaxaca, la de don Macedonio Alcalá, quien sustentó con música la tesis de que Dios nunca muere... Oaxaca, la de las enhiestas tehuanas de tez de canela nimbada en almidón... Oaxaca, la de Tamayo, y Rosas, y Toledo... Oaxaca, la de don Andrés Henestrosa, vasconcelista de puro corazón que dice que cada hombre lleva consigo un resplandor... Oaxaca, la de Mitla y Monte Albán... Oaxaca, la del matusalénico árbol de Santa María del Tule, que los carranclanes quisieron inútilmente incendiar... Oaxaca, la de Santo Domingo, prodigio en jaspe verde... Oaxaca, la de los siete moles y los mil mezcales, la de los albos quesos y los monjiles chocolates paradisíacos... Oaxaca, la de los indios de cantarina voz y sonrisa de arcángeles barrocos... Oaxaca, la bella, la señorial, la lánguida, la eterna, la adorable... ¿Qué habrá hecho Oaxaca para tener a alguien como José Murat?... El matrimonio mal avenido razonaba sus discordias ante el juez de lo familiar. "Lo que pasa, señor -dice el marido-, es que a mi mujer no le gusta el sexo". "¡Claro que me gusta, su señoría! -profiere la señora-. ¡Pero este hombre es un maniático sexual, un sátiro, un degenerado, un erotómano, un rijoso, un lascivo incontinente! ¡Quiere que tengamos sexo tres y hasta cuatro veces en el año!"... Babalucas consiguió trabajo de actuario en un juzgado. El primer día de labores llegó vestido de cowboy. "-¿Por qué vienes con ese atuendo del oeste?" -le preguntó intrigado un compañero. Explica el badulaque: "Es que hoy iré a mi primera diligencia"... Rosibel le dice a Susiflor: "Don Algón, mi jefe, es un atrevido. Me dijo que si pasaba un fin de semana con él me regalaría este anillo de brillantes"... Noche de bodas de la pareja añosa. El hombre se ha acostado ya en el tálamo nupcial, y aguarda ahí a su madura desposada. Ella se quita la peluca, los pupilentes de color, la dentadura postiza, el busto de gutapercha, las opimas caderas de hule espuma... Le dice él desde la cama: "Cuando llegues a la parte que me interesa échamela para acá". (No le entendí)... FIN.
