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De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

La señorita Celiberia Sinvarón, célibe otoñal, ofreció sus servicios de voluntaria en la cárcel para varones. "¿Qué tipo de servicio desea usted prestar?" -le pregunta el alcaide. Responde Celiberia: "Me gustaría suplir a las señoras que por cualquier motivo no pueden llegar a la visita conyugal"... Don Astasio tenía dos grandes aficiones: una era la filatelia, la otra era coleccionar insectos himenópteros. Cierto día regresó a su casa después de una gira de recolección y sorprendió a su esposa, Facilisa, en brazos de un fornido mocetón. Don Astasio sacó del bolsillo de su chaleco la pequeña libreta donde anotaba los dicterios que solía enrostrar a su mujer en tales ocasiones, que se presentaban al menos cinco veces por quincena, y más en temporada alta. Mientras la infiel esposa y su mancebo seguían agitándose en el antiguo rito natural, procedió don Astasio a dar lectura al último baldón que tenía registrado, el cual halló en un texto del Siglo de Oro español. "¡Cellenca!" -le gritó a su mujer con clamorosa voz. Esa palabra significa "mujer pública". Doña Facilisa, que se vio interrumpida en el subibaja con tanta brusquedad, se vuelve hacia su marido y le dice sin perder ni por un instante el isócrono compás: "Ay, Astasio. ¿Tú si puedes tener tus hobbies y yo no?"... Una mujer presentó denuncia formal ante la Comisión Defensora de los Derechos Femeninos. "Solicité un empleo -informa a la encargada- y me empezaron a hacer todo tipo de preguntas sobre mi vida sexual: qué sé hacer para satisfacer a un hombre; cuáles posiciones conozco; cuántas veces lo puedo hacer en una noche...". "¡Eso es intolerable, escandaloso! -prorrumpe la comisionada con indignación-. ¡Tales preguntas son ilegales! ¡Nadie tiene derecho a hacerle a usted un interrogatorio semejante! Dígame: ¿qué trabajo estaba buscando?". "De prostituta" -responde la quejosa... Con un suspiro le dice un sujeto a su amigo: “No se puede vivir con ellas ni sin ellas”. “Es cierto –dice el otro-. Así son las mujeres”. “No hablo de las mujeres –precisa el primero-. Hablo de las tarjetas de crédito”... Sonarán las trompetas del Juicio Final y el Presidente Fox será llamado a comparecer ante el Supremo Juez. (Yo estaré temblando, pues luego seguiré yo por orden alfabético). Leerá el Ángel la lista de sus fallas de gobernante. El Señor no las tomará en cuenta; las desechará como diciendo: "Pelillos a la mar". Pero luego dirá el Ángel: "Ah, se me olvidaba: no fue capaz de enfrentar su mayor problema político, ni de hacer que ese adversario se redujera a límites de razón y buen sentido, de modo que no causara inconvenientes a su Gobierno, a su Partido y aun al interés general de la Nación”. “¿Quieres decir –preguntará el Augusto- que no fue capaz de hacer frente al PRI?”. Responderá el Ángel: “No me estaba refiriendo al PRI, Señor”. Y entonces todo será llanto y crujir de dientes. (NOTA: Para efecto del crujir de dientes quienes lleguen al Juicio Final sin ellos recibirán dentaduras gratis. Se trata de que no falte ese crujir, que hace un efecto muy dramático)... Le dice un tipo a otro: "-Mi mujer me dejó. Se fue con mi mejor amigo". "-¡Oye! -protesta el otro-. Siempre creí que yo era tu mejor amigo". "-Eras -replica el tipo-. Al otro ni lo conozco, pero ahora tiene el primer lugar"... Leelee Panhandle, chica texana, le dice a su rico pretendiente: “Sé que eres petrolero, Houstonio, pero no me parece muy romántico que me propongas matrimonio diciendo que aspiras a tener derechos exclusivos de perforación sobre mí”... FIN.

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