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De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

Rosibel era amiguita de un cierto ejecutivo. Una tarde la pizpireta chica estaba en su departamento cuando sonó el timbre de la puerta. La abrió y se quedó muda de espanto: quien había llamado era la esposa de su amante. Intentó Rosibel cerrar la puerta, pero la mujer se lo impidió. Le dijo: "No vengo a hacer ninguna escena, linda, ni a reclamarte nada. Sólo quiero que me saques de una duda". Vacilante, Rosibel la dejó entrar. "Usted dirá" -la invitó a hablar. La señora se sienta en un sillón, enciende con toda calma un cigarrillo y le dice: "Aquí entre nos, querida, de mujer a mujer, dime: ¿qué le ves a ese idiota?"... El banco fue asaltado. Entró un maleante, amenazó a todos con una pistola y se llevó una bolsa con dinero. Pasado el trance el gerente de la institución le dice a su secretaria: "Acompáñeme al baño, por favor, señorita Glorilú. Necesito que me ayude a hacer pipí". "¿Que lo ayude a hacer pipí? -exclama la muchacha estupefacta ante el insólito pedimento de su jefe-. ¿Por qué?". Explica el gerente: "Llamé a la policía, y me dijeron que no toque nada hasta que lleguen ellos"... Celiberia Sinvarón, Himenia Camafría y Solicia Sinpitier, maduras señoritas solteras, fueron una mañana a la primera misa en el templo parroquial. Cuando salieron pasaba por ahí Astatrasio Garrajarra, el borrachín del pueblo, que volvía de su parranda usual. Ve a las tres señoritas y les grita con tartajosa voz: "¡Viejas beatas, hipócritas, mojigatas, santurronas y gazmoñas! ¡A las tres me las voy a tirar hoy mismo!". Luego de emitir ese exabrupto el temulento siguió su camino haciendo eses (en el pueblo le decían "El ISSSTE"). Durmió la mona todo el día y toda la noche. A la mañana siguiente, al despertar, recordó entre los humos de la cruda su salida de tono ante las señoritas, y lleno de pena fue a buscarlas para ofrecerles una disculpa muy rendida, como suelen ser las disculpas de los ebrios. Lo ven llegar las tres maduras célibes, y antes de que Astatrasio pudiera decir una palabra le gritan al unísono: "¡Incumplido!"... La manifestación en que los habitantes del Distrito Federal protestarán por la inseguridad que sufren no es un acto político: es una acción cívica, al mismo tiempo expresión de inconformidad y demanda a las autoridades para que cumplan su deber. Atrás de los asaltos, los robos, las violaciones y los secuestros, están las dos notas que caracterizan a las corporaciones policíacas de México: ineficiencia y corrupción. Ya se sabe que en un alto porcentaje de los delitos cometidos aparecen como culpables miembros o ex miembros de las diversas policías existentes, verdaderas guaridas de maleantes o de cómplices de ellos. Por eso en muchos casos las víctimas de los crímenes se abstienen de denunciarlos: saben bien que de nada servirá su acción. ¡Pobre sociedad aquélla en que los encargados de proteger a los ciudadanos figuran entre sus principales enemigos! Es necesario depurar los organismos policíacos, es necesario agravar las penas que se aplican a los delincuentes, y es necesario que las comisiones de derechos humanos vean por las víctimas en vez de estar atentas sólo a la protección de los victimarios. La situación en el Distrito Federal se ha vuelto insoportable. Al agravamiento de la inseguridad las autoridades responden sólo con actitudes de politiquería, demagógicas. Ojalá esta manifestación dé a los gobernantes conciencia de su responsabilidad... Rosilí llama por teléfono a su antiguo novio. Le dice: "¿Recuerdas, Libidiano, que siempre te decía que no haría eso que me pedías sino hasta que me casara? ¡Pues ya me casé!"... FIN.

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