En esta columna aparece "El Cuento más Cruel del Solsticio de Verano". También se contiene aquí una reflexión presidida por el apotegma latino Quos Deus vult perdere prius dementat, a quien Dios quiere perder primero ciega. Antes, empero, daré salida a un lene chascarrillo... Naufragó el barco, y un hombre y una mujer llegaron a una isla desierta. Ahí empezaron a vivir en soledad. En los primeros tiempos él se mostró mesurado caballero, pero bien pronto la solicitud del sitio, las urgencias de la carne y el simple hecho de que él era hombre y ella mujer empezaron a cobrar tributo. Al principio la dama se negaba a las solicitaciones del galán, pero después de varios meses de urentes súplicas, instancias repetidas y humildísimas deprecaciones el hombre logró por fin que la mujer le hiciera dación de su cuerpo. Cuando acabó el trance, tan largo tiempo esperado, el tipo se aplicó afanosamente a escribir recados que luego iba poniendo en botellas que tapaba con un corcho y arrojaba una tras otra al mar. Le dice la mujer con mucho sentimiento: "Cómo eres, Pilongano. Me prometiste que no se lo ibas a contar a nadie"... En efecto: los dioses ciegan a aquel cuya desgracia quieren. El Presidente Fox trabaja activamente para conseguir que los mexicanos que viven y trabajan en los Estados Unidos puedan votar en la elección presidencial. ¿Se ha puesto a considerar don Vicente a qué partido beneficiará más el voto de los paisanos que se hallan en "el otro lado"? Obviamente ese voto favorecerá de modo predominante al PRD. Los emigrantes no votarán por el PRI, cuyos malos gobiernos fueron causa de su pobreza y de su éxodo, ni darán su voto al PAN, partido al que identifican con los ricos. En su inmensa mayoría esos mexicanos sufragarán por la izquierda, por el partido que para ellos es el de Villa, Zapata y Tata Lázaro. "Nadie sabe para quién trabaja", asegura un proverbio popular. En este caso el Presidente Fox está trabajando para el PRD, y eventualmente para López Obrador. Cómo dice la gente del Potrero al comentar algo increíble: ¡haiga cosas!... Sigue ahora "El Cuento más Cruel del Solsticio de Verano", solsticio que ocurrió precisamente en la noche de ayer a hoy... Se encuentran por la calle dos amigos. Le pregunta uno a otro: "¿Cómo te ha ido?". "No muy bien -responde con tristeza el otro-. Vengo de sepultar a mi papá". "¡Caray, cuánto lo siento! -se consterna el primero-. ¿De qué murió tu padre?". "Estábamos asando carne en el balcón de su departamento, que está en un piso décimo, y de pronto estalló el tanque de gas". "¡Qué barbaridad! -exclama el amigo-. ¡Murió quemado!". "-No -dice el otro-. Las llamas no lo tocaron. Pero con el susto perdió pisada y resbaló". "¡Santo Cielo! -se espanta el amigo-. ¡Cayó al vacío y se mató!". "-No -dice el otro-. Alcanzó a agarrarse de la cornisa, y ahí se sostuvo hasta que llegaron los bomberos. Pusieron una lona, y mi padre se dejó caer". "Pero no acertó a caer sobre la lona -arriesga el amigo- y se estrelló contra el suelo". "No -dice el otro-. Cayó sobre la lona, pero rebotó". "Y entonces sí se mató" -dice el amigo. "No -contesta el otro-. En el rebote pudo asirse a un cable de la electricidad". "Y se electrocutó" -dice el amigo. "-Tampoco -repone el otro-. Traía los guantes de asar carne. Pero el cable se reventó y...". "Y entonces sí cayó y perdió la vida". "No -dice el otro-. Se pescó de la rama de un árbol muy alto". "Y se quebró la rama" -sugiere el amigo. "Sí -dice el otro-. Pero se agarró de un anuncio luminoso". "¡Carajo! -estalla el otro-. ¿Vas a decirme por fin como murió tu padre?". "Bueno -responde tristemente el tipo-. Al final los bomberos tuvieron que matarlo a balazos"... FIN.
