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De Política y Cosas Peores

Armando Camorra

Doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam (aunque interina) de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, no tomará vacaciones este año. Suele pasarlas en un hotel-spa de la Riviera Maya. Ahí recibe los masajes de un hombre de color -negro, para mayores señas-, membrudo y de estatura procerosa. El hombre, cubano de nacionalidad, se llama Tonino, pero doña Tebaida le dice Toni, pues ya tiene años de tratarlo. Cuando se dirige a él con ese diminutivo, la dama se ruboriza levemente. A lo que voy es a decir que siempre me valgo de esa circunstancia -las vacaciones de la ilustre defensora de la moral en Occidente- para narrar algún desaforado cuento que no me atrevería a escribir si ella estuviera en la ciudad. Pero ahora no tomará su asueto anual doña Tebaida: en mala hora le apareció un forúnculo de esos que los médicos llaman simples simpáticos, y para colmo en la región más baja de la espalda, ahí donde Tonino suele aplicar sus sabias manos con morosidad mayor. ¡Qué pena habría sido que ese artista del masaje viera el incordio, espundia o buba! Canceló su viaje la señora Tridua, y me quedé yo preocupado; no iba a publicar mi acostumbrada picardía. ¡Lo que puede hacer un forúnculo! Se me ocurrió, sin embargo, un expediente. Le envié a doña Tebaida un ocurso-memorial en 12 fojas útiles y vuelta en el cual le pedía su autorización para poner aquí "La Oración del Trailero". Cuando la dama vio ese título pensó que el tal escrito sería de devoción, y sin más otorgó su Nihil Obstat, seguido del correspondiente Imprimatur o licencia para que el texto se imprimiera. ¡Y sucede que esa "Oración del Trailero" es la más grande leperada que ha salido aquí desde que di a los tórculos el cuento de "El Gran Farfalón"! Lean mañana mis cuatro lectores "La Oración del Trailero", antes de que doña Tebaida Tridua sospeche algo... (Y a todo esto, ¿quién es "El Gran Farfalón"? Es aquel singular artista que en el teatro partía nueces con cierta parte de la anatomía que nadie usa para tal objeto. Vio su acto un señor y quedó maravillado al contemplar aquella épica proeza. Cuatro décadas pasaron. Por azar regresó el viajero al teatro y se sorprendió grandemente al saber que todavía actuaba ahí El Gran Farfalón. Más aún: ahora, en vez de quebrar nueces, ¡quebraba cocos! Entre el público el viajero fue testigo de esa descomunal proeza. Sin poderse contener fue al camerino del ya anciano artista y le dijo con tono admirativo: "Señor Farfalón: hace 40 años lo vi a usted realizar su acto con nueces. Regreso, ¡y ahora lo hace con cocos!". Responde muy apenado el viejecito: "Es que ya no veo bien")... Suele decirse que el poder corrompe, y es verdad, pero se omite señalar que además el poder pone una venda en los ojos de quienes lo detentan, y los deja ciegos. Lo que está sucediendo en relación con la Lotería Nacional y la Fundación VM (siglas que significan "Vamos México", no "Vamos Marta") es un efecto de esa ceguedad. Curiosa parajoda, grado superlativo de la paradoja, es que quienes trabajaron para lograr el cambio han actuado como si no hubiese habido cambio alguno, como si se viviera todavía el tiempo del priato, cuando todo era legal aunque todo fuese ilegal. Pero un cambio ha habido, sí: ahora todos los que andan en el tinglado de la política son objeto de escrutinio, y tienen opositores que miran hasta con lupa sus acciones. No pensó en eso la señora Marta, o lo olvidó. La figura del desafuero, claro, no se aplica a las primeras damas. Si se aplicara, la señora Marta estaría ahora en igual predicamento que López Obrador... FIN.

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