El señor regresa de un viaje y encuentra a su mujer en la recámara, presa de singular agitación. “¿Qué te pasa, Fornicia?” -le pregunta-. “Nada, Corneto” -responde ella. Pasea el esposo una mirada en torno de la habitación, y mal escondidas entre la colcha de la cama descubre un par de prendas de ropa interior de hombre. “¿A quién pertenecen este calzón y esta camiseta?” -pregunta lleno de inquietud. “Pero, querido -responde la señora-. ¿Qué no te has enterado? Está de moda ahora que las mujeres usemos prendas interiores de hombre, como parte de la liberación femenina. Esa ropa es mía!”. “Ah, vaya -se tranquiliza el esposo-. Por un momento pensé que podía tratarse de otra cosa”. En eso se escuchan ruidos en el clóset. El señor abre la puerta. Adentro estaba un tipo. “¿Qué hace usted aquí?” -pregunta don Corneto-. “-Mire, señor -responde con toda calma el individuo-. Si le creyó a su esposa eso de que las mujeres están usando ropa interior de hombre, también me creerá a mí si le digo que estoy aquí esperando el autobús”... El médico del pueblo salió de cacería muy temprano armado con un rifle. El cura del lugar, que había terminado de decir la primera misa, lo ve pasar y lo saluda. “Buenos días, doctor ¿Tan temprano va a ver a sus pacientes?”. “¿Cómo puede pensar que voy a ver a mis pacientes? -se molesta el doctor-. Voy de cacería. ¿No ve que llevo un rifle?”. “Ah, vaya -responde el señor cura-. Pensé que iba a visitar a sus pacientes, y que llevaba el rifle por si le fallaban los recursos de la ciencia”... Dos amigos hablaban de mujeres. “A mí la que me gusta -dice uno-, es Deslizia”. “Oye -indica el otro-. Deslizia es casada”. “Ya lo sé -dice el primero-. Pero me gusta porque es joven, bonita, elegante, culta, simpática y adúltera”... Graves daños nos ha causado la crisis económica. Daños de gravedad mayor puede provocar la crisis política que estamos viendo, y que cada día alcanza más grandes dimensiones. Todo se vuelve incertidumbre, confusión. Las inusitadas declaraciones hechas por el secretario de la Defensa Nacional preocupan demasiado, y su ambigüedad no ayuda a disipar esa inquietud. La insistencia de algunos grupos en que se juzguen actos de lo que llaman “guerra sucia” añade un elemento más de agitación al panorama nacional. El terco enfrentamiento entre la Presidencia de la República y el Gobierno del Distrito Federal es otro factor de división. En estas circunstancias cualquier llamado a la unidad haría que se tildara de mentecato a quien lo hiciera. Hablar del bien de México parece lirismo chabacano en medio de tanto mal que se hace a México. Y sin embargo es necesario pensar en ese bien. Ojalá pasen pronto estos dos años. Entonces cambiaremos de gobierno, y cambiaremos quizá también de conversación... En la noche de bodas la joven recién casada vio por primera vez al natural a su flamante maridito y menea la cabeza tristemente. “-Ay, Mínimio! -le dice-. Tu mamá me dijo que tenías cosas de niño, pero yo pensé que se refería a la inocencia”... Y para terminar he aquí el cuento de los dos señores que acompañados de sus respectivas esposas visitaban el zoológico. Llegan a la jaula de los mandriles, esos monos que tienen grandes callosidades de color rojo encendido en la parte posterior. “Son mandriles del Kalahari -les explica el cuidador-. Esas callosidades les brotan en la época de celo”. “¡Mira! -se sorprende uno de los señores- ¡Y yo que creía que eso era porque jugaban a las cartas todos los días!”.... FIN.
