En esta ocasión me voy a permitir cimbrar a la República. Antes, a fin de agarrar fuerzas, contaré algunos chascarrillos... Libidio andaba cogitabundo, preocupado. "¿Qué te sucede?” -le pregunta un amigo. Contesta Libidio: "Es que voy a ser papá”. "Vamos, vamos -lo tranquiliza el amigo-. Eso no es para preocuparse. En todo caso la que podría andar nerviosa es tu señora”. Responde Libidio con sombrío acento: "Ella no lo sabe todavía”... Terminó el partido de basquetbol femenil. Estaban las chicas en la regadera cuando el árbitro entró en los baños. Dando módicos gritos corrieron las jugadoras a cubrirse lo que la moral y las buenas costumbres mandan que una mujer oculte a la mirada extraña. "Me extraña esto, muchachas -dice el árbitro-. ¿No se la pasaron todo el juego gritándome que estoy ciego?”... Le comenta don Algón a un amigo: "Mi nueva secretaria me recuerda mucho a mi esposa”. "¿Se parece a ella?” -pregunta el amigo-. "No, -replica don Algón-. Pero cada vez que la invito a salir me dice: ‘-Recuerde que tiene usted esposa”’... El salaz seductor de la ciudad no podía convencer a la preciosa rancherita de entregarle la nunca tangida gala de su virginidad. "Usté se va -oponía ella bajando la mirada y hurgando el suelo con la punta del huarache-, y yo a lo mejor me quedo con un hijo”. Pregunta él: "¿Lo harías con dispositivo anticoncepcional?”. "¡Uh! -contesta la zagala desdeñosa-. Si con usté no lo hago, menos con ese tipo que ni conozco”... Don Cornilio llegó a su casa cuando no lo esperaba su mujer. La vio nerviosa y agitada; el lecho estaba revuelto y aún tibio, trascendía el ambiente de la alcoba a cosas de refocilación concupiscente. Don Cornilio abrió el clóset. Ahí estaba un individuo completamente desnudo, corito, en peletier. "¿Quién es usted?” –inquiere hecho una furia don Cornilio-. "Matt Abishos -responde con absoluta calma el individuo-. Soy exterminador de plagas. Su esposa me pidió controlar las polillas de este clóset”. "¿Y así hace su trabajo? -ruge don Cornilio-. ¿En cueros?”. Se ve a sí mismo el individuo y pone una expresión estupefacta. "¡Cielos! -exclama con simulado azoro-. ¡El problema de polillas es mayor de lo que yo creía!”... El jefe de personal le dice al dueño de la compañía: “Señor: encontré algo que puede hacer el trabajo de dos hombres a la mitad del costo”. ¿De veras? –pregunta el jefe muy interesado-. ¿Qué es?”. Responde el otro: “Una mujer”. Esta historia no es de pura fantasía. En el campo del trabajo las mujeres son objeto de discriminación. Con frecuencia están mejor preparadas que sus compañeros varones –generalmente fueron mejores estudiantes-, pueden hacer lo mismo que ellos, y aun superarlos. Y sin embargo en tratándose de las mujeres muy raras veces a trabajo igual corresponde salario igual. Es hora ya de superar los anacrónicos prejuicios que ponen a la mujer en condiciones de desigualdad en los empleos. Si no lo hacemos por justicia hagámoslo al menos por propia conveniencia... A un señor se le olvidaba siempre cerrarse el zipper del pantalón. Su esposa le hacía notar eso en presencia de la gente. "En adelante -le pide el tipo- no digas: ‘Traes abierta la bragueta’. Di algo como: ‘Se me abrió el bolso’. Yo entenderé”. En la siguiente fiesta dice de pronto la señora: "¡Ah! ¡Se me abrió el bolso! ¡Y para colmo se me salió el lapicillo labial!”... FIN.