Dice don Chinguetas, señor muy afectado por la crisis: "¡Qué dura está la situación! ¡Si mi vieja se va con otro yo me voy con ellos!''. No haga usted tal cosa, don Chinguetas. Mantenga incólume su hogar. ¿Acaso en un ménage à trois quiere encontrar remedio a la desdicha? Es cierto, como decía Dumas, que el matrimonio es una carga tan pesada que se requieren dos para llevarla, y a veces hasta tres. Sin embargo tanto la ley divina como las normas del derecho humano proscriben arreglos aceptados por otras sociedades permisivas, pero que entre nosotros son objeto de repudiación, y aun de anatema fulminoso. Hablo de irregulares conciertos tales como el open marriage, el wife ?or husband- swapping, el llamado love with no strings attached y el all got laid who came and paid. No dudo, no, que la esposa de don Chinguetas busque allende el lecho conyugal un paliativo a sus necesidades económicas. Ya lo dice un refrán: "El don sin el din no vale nada''. Y otro: "Donde falta San Puchero entra San Cornelio''. Es menester, entonces, exhortar con todo respeto a don Chinguetas a mantenerse en la tradición que impone como regla de sana convivencia las relaciones monogámicas, no importa que sean varias, pero siempre monogámicas. Volviendo al asunto que nos ocupa -el de la crisis-, resulta imposible soslayar lo difícil de la situación. Decía un señor cura a quien otro le preguntaba si alguna vez la Iglesia permitiría a sus sacerdotes contraer matrimonio: "-Uh, padre! ¡Eso lo verán nuestros hijos!?. Pues a lo mejor ni siquiera nuestros hijos, y aun tampoco nuestros nietos, bisnietos, tataranietos, choznos y demás sucesivos descendientes contemplarán el fin de esta crisis a que nos arrojaron la ineptitud y corrupciones de nuestros pasados gobernantes. No quiero ser pesimista, como dijo Juana de Arco desde el montón de leña cuando el soldado sacó el encendedor, pero a la pregunta: "¿Saldremos algún día de esta crisis?'' debemos contestar: "Estaca Brown''... Un rico maharajá de la India se enamoró de la esposa de un turista. Le propone a este: "Le doy el peso de su mujer en oro si me la deja aquí''. "Caray ?contesta el hombre rascándose la cabeza-. Necesito un mes''. "-Para pensarlo? ¿Para despedirse de ella?'' -pregunta el maharajá. "-No señor, -replica el turista-. Para engordarla''. (NOTA: Se recomienda una dieta rica en grasas y carbohidratos. Podría dar buenos resultados un régimen a base de gorditas, pambazos, tacos, memelas, flautas, peneques, sopes, garnachas, tlacoyos, molotes, quesadillas, clayudas, panuchos, enchiladas, burritos, chalupas, pellizcadas, bocoles, salbutes y tostadas, con añadidura de puchas, mamones, roscas, peteretes, alamares, chamucos, morelianas, picones, apasteladas, turcos, mostachones, cuernos, conchas, orejas, morelianas, peteneras, rodeos, marquesote, monjas, trenzas, buñuelos, turuletes, polvorones, soletas, bizcochos, molletes y hojarascas)... El dueño del hotelito familiar le dice a su señora: "El hombre ese que está en la habitación 14 llamó para pedir que le mandemos una mujer''. "¡Este es un hotel decente! -se indigna ella-. ¡Voy a exigirle que se vaya!''. A poco volvió la señora las ropas en desorden, y desgreñada. Atrás de ella venía el individuo. "¡Qué mal servicio tienen! -le reclama al señor-. Nomás porque andaba yo muy necesitado, y con copas, admití a la vieja esa que me enviaste, pero a ver si la próxima vez me mandas otra que no sea tan fea y que tenga mejor carácter''... FIN.
