A las cumbres se llega de dos maneras: volando como las águilas o arrastrándose como las serpientes... Alguien por ahí dice que cada día que pasa en México la serpiente le gana terreno al águila, después de cientos de años, desde que nuestros tatarabuelos vieron una laguna y dentro de ella una peña con un nopal y en él, una águila devorando la serpiente, aún esta majestuosa ave parece no terminar su labor. Nuestro mundillo político de pronto se llenó de aves de mal agüero y raptores con la sangre más fría que un recibo de teléfono o de la CFE.
El legítimo derecho al que alguna vez tuvimos acceso los mexicanos, con la nueva camada de políticos se esfumó y se perdió entre tanto gamberro metido en el ahora negocio político. Muchas de las veces, si no todas, la voracidad de los actores políticos en los escenarios nacionales y locales es tal, que los depredadores y aves carroñeras se quedan cortos. Con la alternancia en el poder después de 70 años dominado por el PRI, el PAN un partido político que se decía mesurado, democrático y hasta social, en la mitad del camino salió igual que el que se fue y la prueba es la injusticia que impera en los ámbitos de procuración de la Ley, el desempleo, el salario que alcanza niveles escalofriantes y los bolsillos de obreros y campesinos que siguen vacíos, la productividad es nula, el impulso industrial paralizado.
Sin embargo, como nunca la emigración del campo a la ciudad y a los Estados Unidos de Norteamérica está en todo su apogeo, un agro devaluado, una titubeante cúpula defendiendo la soberanía por unas verdades que dice el añoso dictador caribeño Castro y sin embargo no somos capaces de producir cuando menos el 45 por ciento de nuestro alimento incluyendo maíz y frijol.
La evolución política en México es más bien un rabiseco arbusto que un frondoso árbol como pretenden los funcionarios y políticos que los ciudadanos la veamos. A lo largo de nuestra historia, ésta se llena de antítesis, desde organizaciones sociales, sectores empresariales y partidos políticos, todos como aves de rapiña y enojadas serpientes devorando lo poco que queda del país. La real adaptación de nuestra atroz historia es una novela de humor negro, llena de emperadores, caudillos, verdugos, héroes, espurios, bandidos, malinches, chacales y hasta vendepatrias que en pos de la Silla del Águila poco les ha importado el pueblo mexicano (como ha quedado demostrado).
Las trampas y la guerra entre víboras y zopilotes ha comenzado desde hace un año y faltando aún tres para el cambio de piel y de plumas en el sexenio, la flora y fauna se lanzan con todo para llegar al nido.
En el PRI entre arañazos y dentelladas se destrozan en pos de un proyecto de nación lleno de retóricas y anarquía con tintes de dictocracia. El PAN con su mundo de entelequia y viviendo en el país de las maravillas (sin Alicia).
Claro, si no fuera por un tipo llamado Manuel López Obrador del PRD que trastoca todos los sueños de los azules y que entre gruñidos y aullidos a toda costa lo quieren hacer correr del panorama político y donde según se ve hasta la fecha le han hecho lo que a Juárez le hizo el aire, sólo la raya en el pelo.
Pues así están las cosas, unos políticos jugando al Big Brother (Jorge Kawaghi, de los niños fresas) otros seudointelectuales dando recetas caseras de política, el caso de Jorge G. Castañeda.
Sin embargo, para los políticos no todo está perdido ya que su jugoso salario al menos está asegurado. ¿Raro, verdad? ¿Por qué al IMSS y al ISSSTE estos mismos zaragates los cuestionan sobre las pensiones y jubilaciones y sin embargo el presupuesto para ellos (diputados y senadores) es infinito? La verdad, en mi flaca inteligencia, no me la cabe la menor duda que con la clase política que tenemos, es imposible que nuestro país salga garante en este mar de incertidumbre en todos los aspectos, aún con una que otra ave canora.
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