Parece que los ojos del mundo no ven lo mismo que la mayoría de los estadounidenses. Desde estas latitudes parecía suficiente el demoledor documental del cineasta Michael Moore, Fahrenheit 9/11, que retrata a un presidente Bush torpe, belicoso y desinformado para anticipar una estrepitosa derrota de Don George y el arribo a la Casa Blanca de nueva era, de la mano del demócrata John Kerry. Sin embargo la tendencia esta madrugada anunciaba la reelección.
En una lógica que sin duda no es la de la mayoría de los estadounidenses, bastaría sumar el hecho de que George W. Bush llevara a su nación a una desgastante guerra en Irak -que se mantiene- bajo argumentos que a la postre resultaron falsos, a la abierta y sistemática campaña que realizaron decenas de actores y cantantes –con un gran peso específico en una nación que se nutre culturalmente de MTV y Hollywood- en contra de la guerra y específicamente en contra de Bush, para anticipar la victoria del demócrata Kerry... pero no fue así.
Tal vez la razón de la aparente victoria del Presidente se encuentre en el razonamiento simple y llano del votante promedio: Melissa Smith, de 40 años de edad y residente en Swift Creek, Carolina del Norte, sentencia que “estuve realmente decepcionada con ambos candidatos; Bush ha tomado algunas decisiones por las razones equivocadas, pero no estoy segura de que Kerry tenga la firmeza necesaria para llevarnos por el buen camino”.
Rebecca Lesko, de 50 años y residente de Linwood, Nueva Jersey, revela a la agencia Associated Press que “creo que Bin Laden le teme a Bush, por eso es que no nos han bombardeado todavía”.
El escritor mexicano Carlos Fuentes, al conocer la tendencia a favor de Bush -cerca de la medianoche- consideró que en Estados Unidos se impuso el miedo sobre un análisis serio y objetivo de las condiciones sociales y económicas del país. Y si la tendencia se confirma, tiene razón.