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Defiende Blair guerra contra Irak

El Parlamento pone por segunda vez en tela de juicio las decisiones de Tony Blair en vísperas del ataque.

20 de julio 2004.

Londres, (EFE).- El primer ministro británico, Tony Blair, insistió hoy en que hizo bien al decidir la guerra contra Irak pese a que no se han hallado armas de destrucción masiva en el país y la información de los servicios secretos ha sido duramente criticada.

En un debate parlamentario sobre el informe Butler, que concluyó que los datos de inteligencia esgrimidos para justificar la invasión eran "defectuosos", Blair calificó de "adecuada" su decisión de ir a la guerra y aventuró que cualquiera en su lugar posiblemente hubiera hecho lo mismo, a la vista de la información disponible.

La información que entonces facilitaron los servicios secretos dejaba "pocas dudas sobre las armas de destrucción masiva de Irak", subrayó, e indicó que así pensaban también la mayoría de los países, que apoyaron la resolución 1441 de la ONU, que decía que Irak estaba violando las resoluciones impuestas.

"Aún pienso que hice lo correcto", repitió Blair, ante la demanda de algunos diputados de que reconozca que se equivocó.

Pese a las críticas de la comisión dirigida por lord Butler sobre la poca credibilidad de las pruebas que apuntaban a la existencia de armas en Irak, el "premier" aseguró que había razones para creer que el líder iraquí depuesto, Saddam Hussein, "tenía toda la intención de desarrollar esas armas y estaba buscando materiales para hacerlo".

El informe Butler, divulgado el día 14, halló "serios fallos" en la información recogida por los servicios secretos, que después el Gobierno utilizó para justificar la guerra.

Sin embargo, exculpó de "mala fe" al Ejecutivo y afirmó que los errores fueron colectivos, por lo que nadie debería dimitir.

Blair aprovechó el debate en la Cámara de los Comunes para anunciar una revisión de los procedimientos entre el Ejecutivo y los servicios de espionaje, y señaló que, a partir de ahora, el Gobierno alertará sobre las limitaciones de sus datos y las posibles reservas planteadas.

Además, las opiniones del Gobierno serán presentadas de forma paralela a las evaluaciones del Comité Conjunto de Inteligencia (JIC).

También anunció que el funcionario del ministerio de Exteriores William Ehrman será el presidente interino del JIC, en sustitución de John Scarlett, que supervisó el informe sobre Irak y ahora será director del servicio de espionaje MI6.

A pesar de que Blair ha dicho que asume su responsabilidad por el resultado del informe, hoy declinó admitir que la información que se usó fuera incorrecta e insistió en que, presentado con los mismos datos, volvería a ordenar la guerra.

Se comprometió, eso sí, a cambiar su estilo de Gobierno -otro aspecto criticado por Butler- y permitir que las reuniones con los miembros de su Gabinete sean registradas, en lugar de hacerse como encuentros "informales".

Durante el debate, Blair fue criticado duramente por la oposición conservadora y liberal demócrata y por miembros de su propio partido como la ex ministra de Cooperación Internacional, Clare Short, quien dimitió por desacuerdos con la guerra.

Short preguntó a Blair por qué no había dejado trabajar a los inspectores en Irak y buscado el apoyo de la ONU, a lo que el primer ministro contestó que no había perspectivas de lograr una resolución conjunta, dado que países como Francia se negaban a incluir un ultimátum para que Sadam Husein cumpliera con sus obligaciones internacionales.

Robin Cook, que también dimitió de su puesto en el Gabinete, acusó al Gobierno de interpretar parcialmente la información de los servicios secretos e instó al primer ministro a condenar en público la estrategia de la "guerra preventiva" auspiciada por Washington.

El líder de los conservadores, Michael Howard, cuyo partido apoyó la guerra, señaló que, sabiendo lo que se sabe ahora sobre los datos de inteligencia, no hubiera podido votar el documento parlamentario que autorizó la invasión.

El 18 de marzo de 2003, la Cámara de los Comunes dio vía libre a la guerra al autorizar a Blair a desarmar Irak "con todos los medios necesarios", con el voto de los "tories" y el rechazo de los liberal demócratas y de 139 parlamentarios laboristas.

Charles Kennedy, el líder liberal demócrata, volvió a expresar su "completo desacuerdo" con la guerra y declaró que el primer ministro debería sentirse "avergonzado" y pedir disculpas a los británicos.

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