EFE
Ginebra, Suiza .- La Conferencia Internacional del Trabajo (OIT) concluyó ayer en Ginebra con la adopción de una resolución sobre la igualdad de remuneraciones entre hombres y mujeres, así como la protección relativa a la maternidad.
La cita reunió a casi tres mil representantes de gobiernos, sindicatos y empleadores.
El documento pide a los gobiernos y a la sociedad civil organizada comprometerse en la eliminación de la discriminación en el mercado laboral por motivos de género, y elaborar políticas de empleo que garanticen a las mujeres igual salario y formación profesional que a los hombres.
Asimismo, plantea la necesidad de reforzar la protección relacionada a la maternidad de todas las trabajadoras, cualquiera sea su labor, incluido el nivel de subcontratistas, así como durante y después de periodos de reestructuración empresarial.
Se precisa que el goce de los derechos de maternidad debe alcanzar también a las mujeres que trabajan en el servicio doméstico, a las inmigrantes y a aquellas que se encuentran en la economía informal.
Durante la conferencia anual, la OIT aprobó también un plan de acción para garantizar a unos 86 millones de trabajadores inmigrantes el amparo de las normas laborales nacionales el internacionales.
En ese ámbito, los miembros de la organización tripartita recalcaron la necesidad de promover las migraciones con fines de empleo mediante acuerdos entre países receptores y de origen.
Por otro lado, se declaró la necesidad de elaborar un nuevo marco legal de protección que beneficie a los 35 millones de trabajadores del sector pesquero y que sustituya a las normas en vigor, la mayoría de las cuales han quedado obsoletas, ya que datan del periodo 1922-1966.
Un equipo de juristas y técnicos de la OIT se encargará de presentar un proyecto de convención -acompañado de sus instrumentos jurídicos complementarios- que serán discutidos y probablemente adoptados el próximo año.
Los miembros de la Organización abordaron también la necesidad de contar con mecanismos internacionales que mitiguen los impactos negativos de la "fuga de cerebros", es decir, la pérdida de trabajadores calificados en los países en desarrollo que emigran al mundo industrializado.