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Del tintero/Ineptitud y tolerancia

Fidencio Treviño Maldonado

En un país como el nuestro donde las obras son medidas por el relumbrón más que por el servicio que éstas deban prestar y con la anomia muy propia en ellos, los funcionarios, siempre ajenos a las consecuencias, caso concreto la magna obra llamada Distribuidor Vial Revolución en Torreón donde se gastaron una millonada de pesos de los contribuyentes, el tiempo que duró su construcción y los problemas viales por las improvisadas calles adyacentes al distribuidor para el desalojo de la circulación, donde como siempre los ciudadanos sufrieron la incomodidad que estas rúas representaron en pésimas condiciones, aunado a todas las carencias viales propias de la improvisación galopante que por más de un año representó.

Ahora ya terminada la obra resulta que como la mayoría si no que todas las construcciones hechas por el Gobierno son al vapor, (primero hacemos después componemos), por lo pronto el gobernador Enrique Martínez y Martínez no dice si habrá una tercería o no, ¿pero por qué una opinión de terceros? ¿Acaso en Torreón o en Coahuila no hay un Colegio de Ingenieros? ¿Dónde está la confianza en nuestros egresados de las universidades y tecnológicos locales?

Mientras el presidente municipal Guillermo Anaya guarda silencio, el titular de Obras Públicas en el estado Jorge Viesca da más muletazos que el mejor torero cuando se le cuestiona sobre el tema.

No se necesita tener grandes estudios sobre vialidad para darnos cuenta que esta obra esconde la vergüenza e ineptitud de muchos funcionarios, tanto de Torreón por Anaya al no tener gente preparada que le aconsejara todas las omisiones que se hicieron en la estructura de la construcción, una comisión de expertos que revisara el colado del mortero, el terreno, la inclinación y altura de los peraltes (peralte: levantar el carril exterior en las curvas del ferrocarril o el pavimento en el borde exterior de la curva de una calle o carretera) y antes de usarlo hacer pruebas con el peso y velocidad inherente a la obra.

Inclusive contar con un organismo regulador compuesto por ingenieros que se encargaran de revisar cuando se recibe la construcción terminada. Aquí la culpa no es del gobernador Martínez por tener un equipo de mediocres, mucha culpa -sino que toda- la tenemos los ciudadanos sumisos, ya que por este tipo de obras en otros países estos “des”funcionarios hasta al “bote” van a parar.

La obra inconclusa y parchada ahí está, un monumento a la mediocridad que de ninguna manera merecen los ciudadanos y para no negar y que no quede lugar a duda que es obra hecha por funcionarios del Gobierno y malos mexicanos, cumplen el ritual nacional “que una vez ahogado el niño a tapar el pozo” con remiendos al por mayor y policías en cada entrada del multicitado distribuidor vial para orientar a los conductores ciegos.

La ineptitud y el desprestigio de nuestros gobernantes queda de manifiesto en estos monumentales errores a sabiendas que somos la raza de bronce, que aguantamos eso y más, lo mismo pasó con aquel drenaje pluvial, obra de tristes recuerdos que con una llovizna se delatan los usufructos que día a día se dan y la mansedumbre y tolerancia de un pueblo que permite se juegue impunemente con su lana.

Se le debe exigir una aclaración al gobernador de Coahuila, Enrique Martínez y Martínez y por menos de esa metida de pata al señor encargado de Obras Públicas en el estado, Jorge Viesca debe ser destituido e inclusive enjuiciado, porque el pueblo que es el que paga, merece obras de acuerdo al valor no a la millonada de pesos que se dice costó el multicitado Distribuidor Vial Revolución (Aclaración del autor: Esto en un país democrático o en un Estado de avanzada)

Correo electrónico:

linga_1031@hotmail.com

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