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Del tintero/Si no puedes con el enemigo...

Fidencio Treviño Maldonado

Si no puedes vencer al enemigo únete a él, dicen que dijo el chaparro y genio militar Napoleón Bonaparte y ni pintado les queda a las administraciones actuales de los municipios laguneros del Estado de Coahuila.

El alcohol, sus proveedores y promotores les llegaron al precio a las corruptas autoridades y junto a la flaca imaginación de los funcionarios fueron superadas por los dueños de la noche.

La Ley de Alcoholes en La Laguna y sus municipios es letra muerta y esto se ve en todos los rincones desde los ejidos del alejado Municipio de Viesca, hasta la colonia más “chic” de Torreón, incluyendo los antros y la bebida a domicilio, o en su coche, como se estila en la calle Múzquiz en el centro de Torreón.

Como pobres magos de una carpa aldeana las autoridades se sacan de la “chistera” una nueva Reforma, Ley o Reglamento con la que se supone evitarán el clandestinaje.

Los encargados de vigilar parece que están de acuerdo y a coro los presidentes municipales secundan la obra bufa a favor de los emprendedores del vicio, Guillermo Anaya de Torreón, Felipe Medina de Matamoros, Marrufo en Francisco I. Madero y al edil de Viesca ni lo toman en cuenta.

Se trata de ceder permisos para la ampliación de horarios a los establecidos y la venta de alcohol los domingos (de hecho existe, pero ahora será legal).

Queda con esto demostrado que la Ley del menor esfuerzo está presente en las actuales administraciones comarcanas y que las autoridades fueron rebasadas y esto puede ser por dos cosas: la primera que es la más común, por corrupción, es decir, están vendidas al mejor postor y la segunda por la ineficiencia de los cuerpos de seguridad que paga el ciudadano para combatir el clandestinaje y la violación a la Ley de Alcoholes es una obligación en el cumplimiento del deber.

En Torreón es tan sencillo que por teléfono y a domicilio le llevan la marca y la cantidad de cerveza que pida. En Matamoros y sus ejidos a cualquier hora y en cualquier día se consigue, lo mismo pasa en Francisco I. Madero y San Pedro de las Colonias.

Más allá de que la mexicana alegría sea un pingüe negocio para el que la vende, lo es sin duda también para quien lo distribuye. Qué decir de las discotecas y los restaurantes-bar que tanto proliferan y las estaciones de gasolina que crecen a pasto y en cada una de ellas es común que primero se instale una fuente de productos entre los que se encuentra la bebida de moderación. Ahí sí que falla el slogan aquel de que la gasolina y el alcohol no se mezclan.

Los ciudadanos comunes no entienden en qué se basa la autoridad y el estilo para gobernar cuando en mucho el vicio las ha rebasado y tal vez la anacefalia de los encargados sea causada por el plomo de Peñoles y ahí la explicación de su actuación tan pobre y pálida ante tantos clandestinos y establecimientos que a diario violan el tan llevado, vapuleado y todo maltrecho Estado de Derecho en que dicen están enmarcadas nuestras ínclitas y probas leyes.

Aclaración: este artículo lo hice a las tres de la mañana después de asistir a un velorio donde para desgracia de una familia el deceso fue por causa del alcohol: un cafre borracho a las tres y media de la madrugada embistió el vehículo de estas personas que por urgencia regresaban de una población comarcana, una persona murió, otras dos se recuperan de las heridas. Como siempre, el borracho salió ileso y al poco rato saldrá libre.

Correo electrónico:

linga_1031@hotmail.com

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