EFE
BAGDAD, IRÁK.- Abdel Hadi al Darrayi, portavoz del clérigo rebelde Muqtada al Sadr en Bagdad, confirmó ayer que las milicias radicales shiies comenzarán mañana a deponer las armas en virtud de un acuerdo alcanzado con el Gobierno interino.
El compromiso ha sido recibido con entusiasmo por el Gobierno que encabeza el primer ministro interino iraquí, Iyad Allawi, que espera que siente un precedente y ayude a pacificar un país sacudido por 18 meses de violencia diaria.
La cláusula principal del acuerdo prevé la entrega de armamento a cambio de la promesa del Gobierno de liberar a todos los seguidores de Al Sadr detenidos en cárceles iraquíes y del cese de las operaciones militares y los bombardeos de EU, explicó el portavoz en rueda de prensa.
Al Darrayi explicó que el documento ?recoge condiciones específicas que prevén la entrega de armas del Ejército del Mahdi a partir de mañana en centros designados? por ambas partes.
El proceso será supervisado por la Policía y la Guardia Nacional iraquí, agregó.
?A cambio, el Gobierno se compromete a liberar a todos los presos de la corriente de Al Sadr y a no perseguir a sus dirigentes y miembros?, insistió.
El pacto se cerró ayer por la mañana después de una semana de arduas y tensas negociaciones entre el Gobierno interino iraquí y una bicéfala delegación de Ciudad al Sadr integrada por representantes de las tribus y de la milicia del clérigo rebelde.
Por parte del Ejecutivo interino iraquí participaron el viceprimer ministro iraquí, Barham Saleh, el ministro de Defensa, Hazem al Shaalan, y secretario de Estado para Asuntos de Seguridad Nacional, Qasem Daud.
En la negociación final también estuvo presente el embajador de E U en Irak, John Negroponte, reveló ayer Karim al Bakhati, jefe de la delegación de líderes tribales.
El pacto pone fin a más de un mes de enfrentamientos entre los milicianos del Ejército del Mahdi y las tropas norteamericanas en las embarradas callejuelas de Ciudad al Sadr, que causaron decenas de muertos y heridos.
Además, es el primer éxito político del Gobierno Allawi desde que a principios de esta semana anunciara la puesta en marcha de un nuevo plan de seguridad que pretende acabar con la violencia en el país a través de una fórmula que combina la mano dura con los terroristas y el diálogo con los grupos dispuestos a parlamentar.
El propósito es conseguir pacificar Irak y recobrar el control de las zonas en manos de los rebeldes para tratar de garantizar un proceso creíble durante la elecciones generales previstas para enero de 2005.
Algunos funcionarios de organizaciones internacionales, como la ONU, y responsables civiles y militares norteamericanos han expresado sus dudas de que los comicios puedan llevarse a cabo en algunas zonas debido a la inseguridad que domina el país.
En este sentido, fuentes estadounidense indicaron que el acuerdo en ?Ciudad Al Sadr?, uno de los lugares más conflictivos del país, puede convertirse en buen ejemplo y ayudar a retirar otros obstáculos.
Uno de los más enquistados es la región del Al Anbar, al oeste de la capital, territorio en el que se encuentran las ciudades rebeldes de Ramadi y Fallujah.
Jalid Hamoud, líder tribal miembro del Consejo de Gobierno de Fallujah, advirtió que ya existe un acuerdo previo con el Ejecutivo del primer ministro interino, Iyad Allawi, pero que no todos sus colegas del Consejo están dispuestos a suscribirlo.
Allí, el punto más conflictivo es, al igual que lo era en ?Ciudad Al Sadr?, la exigencia de que se supriman los bombardeos estadounidenses sobre la ciudad.
Tanto Estados Unidos como el Gobierno interino creen que algunos barrios de la ciudad son el bastión de los seguidores del prófugo jordano Abu Musab al Zarqawi, al que consideran la primera amenaza terrorista en Irak.
Ayer esos bombardeos segaron la vida de trece personas, entre ellas una novia, durante la celebración de una boda.
