COMO TEMÍAMOS, LA VISITA DEL CUADRO LAGUNERO A CIUDAD UNIVERSITARIA concluyó en una dolorosa pero merecida derrota. Pocas veces habíamos visto tan apáticos, erráticos y mal ubicados a los jugadores santistas que iniciaron de la manera más desafortunada su cacareada tourneé de dos semanas. Y mientras los de la Comarca se debatían en la nada de su juego, los Pumas se dieron vuelo y aprovecharon el hambre de gol de su más reciente adquisición, el argentino Bruno Marioni, que les mostró a sus compatriotas, los siempre abúlicos Peralta y Domínguez, cómo se busca el arco contrario, cómo se desquita el sueldo.
Capítulo aparte merece la conducción equivocada del “Yayo”, un técnico precario, timorato, carente de espíritu, que ha logrado imbuir en sus pupilos sus ancestrales temores cuando juegan de visitantes. Así las cosas, nada de extraño tiene que el equipo terminara siendo arrollado en la primera parte por unos Pumas mediocres pero decididos y que la dupla sudamericana de Botero y de Marioni se apuntara dos anotaciones: la primera mediante cabezazo del platense, que se llevó en claro a Héctor López, a centro sobre la marcha del boliviano, al que el mal llamado “Mostro” Álvarez le entró mal y acabó manoteando hacia sus redes; el segundo en un despiste de los cuatro zagueros, que se quedaron parados al conjuro de un silbatazo fantasma, esperando se marcara un fuera de lugar dudoso, mientras Aílton, Botero y Marioni conducían a toro parado el balón y el último lo introdujera sin problemas en la portería visitante. ¿Y del otro lado? Cero futbol, cero enjundia y un par de ocasiones malogradas por un Johan Rodríguez desconocido, que no es ni la sombra del jugador que en 2002 llegara a ser titular de la Selección Nacional. A la vuelta del descanso más de lo mismo. Las consabidas fallas de Borgetti frente al arco, aunadas a los desaciertos en el traslado y en el servicio de Johan y los centros a las tribunas del “fenómeno” Domínguez, al que no se le ve lo futbolista por ninguna parte y acabó por ser echado del campo por una entrada brutal y estúpida sobre un rival.
Todo esto permitió a los Pumas especular con el resultado parcial, echarse un poco encima al débil rival y buscar el contragolpe con sus veloces atacantes, capitalizando la preocupante lentitud de los zagueros del cuadro lagunero, que acabaría por cristalizar en el tercer gol, que se genera en un servicio filtrado de Marioni hacia el brasileño Leandro, que con los zagueros contrarios en línea no tuvo problemas para llegar a la raya, centrar con exactitud hacia la llegada de Lozano, cuyo testarazo batió de nueva cuenta al atolondrado Álvarez.
El partido estaba decidido, pese al gol de Johan a servicio de Vuoso, que había entrado por el infausto Peralta para tratar de inyectarle nuevos bríos a un equipo en plena descomposición moral y de la agónica anotación de Cariño, también habilitado por Vuoso, que rescató un poco la dignidad del jugador importado.
Pero nadie podrá disipar el mal sabor de boca que está dejando el equipo de la Comarca Lagunera, con todo y su nueva directiva de sudamericanos, cuya pretensión cada día más clara parece ser llevarse la franquicia a León, lo que se refuerza cuando alguien tan poco confiable y desprestigiado como Edgardo Codesal súbitamente aparece como presidente del club.
