Reuters
WASHINGTON, EU.- La caída del dólar estadounidense puede ser el gran tema de las páginas financieras, pero los clientes de la tienda de licores de Alec Akopov, ubicada a apenas unas manzanas del Capitolio no notarían la diferencia.
En esa habitación llena de la quintaesencia de las importaciones de Europa hacia Estados Unidos -vinos franceses y whisky escocés- los precios no se han movido en los últimos meses, pese a la muy publicitada depreciación del dólar frente al euro.
"No. No hay diferencia", dijo Akopov, señalando el estante de botellas. "Compré la mayoría de esto hace dos años, y estoy comprando ahora para dentro de dos años".
El uso de los contratos futuros por parte de los importadores, los cuales pagan ahora por un inventario que no van a tener por meses o años, es una de las razones por las que los consumidores de Estados Unidos han estado protegidos de la caída del dólar, lo cual debería encarecer los bienes extranjeros.
La moneda única europea se apreció cerca de seis por ciento frente al dólar este año, y un 30 por ciento durante los dos últimos años. Frente a una canasta más amplia de las principales monedas, el dólar se depreció cerca de 22 por ciento en el mismo periodo.
Aunque eso debería elevar los costos de las importaciones, la voluntad de los productores extranjeros, de tomar las ganancias de un golpe, y la capacidad de los compradores de Estados Unidos de cubrirse frente a precios más altos, ha impedido largamente una inflación de importados.
"Dudo que se vaya a ver aún el impacto inflacionario de la caída del dólar en los pasillos de Wal-Mart", dijo Jared Bernstein, economista del Instituto de Política Económica.
Por una razón, dijo, apenas el 15 por ciento de los productos y servicios consumidos por los estadounidenses son importados, aunque la proporción aumenta a 44 por ciento si se excluyen los servicios.
Los productores extranjeros también están tratando de limitar el aumento de precios para proteger sus porciones de mercado, y lo hacen tanto reduciendo sus márgenes de ganancias como buscando proveedores más baratos.
"Si pensamos en los importadores de Estados Unidos mirando los crecientes costos de los productos extranjeros provenientes de Canadá, hay -al menos para algunos de esos productos- la opción de cambiar a otro proveedor con menores costos como China," dijo Tim O'Neill, economista jefe de BMO Financial Group, en Toronto.
El yuan chino con un vínculo fijo con el dólar en su cotización no ha modificado su valor, y el peso mexicano vale casi lo mismo que hace un año, lo que ofrece dos fuentes de importaciones que no son caras.
Pero Stephen Brobeck, director ejecutivo de la Federación de Consumidores de Estados Unidos, dice que un eventual incremento en los precios puede impulsar un cambio en los patrones de gastos.
"En cierto punto, si Toyota no acepta menores tasas de ganancias, la brecha de los precios entre un Camry y un Ford comparable crece, y mientras eso sucede, más consumidores comprarán el Ford", dijo Brobeck.
Entonces, se preocupa, los competidores locales igualarán los incrementos de precios, incluso si sus costos no han subido. Por lo que cuando la champaña francesa se torne muy cara y los bebedores opten por el "sparkling" californiano, los precios de éste subirán también.
La preocupación real de algunos economistas es que las tasas de interés de Estados Unidos, que ya están en aumento, tengan que subir aún más para atraer inversionistas extranjeros y proteger al dólar de una profunda venta masiva. Eso significa tasas hipotecarias más altas y mayores cargas de deuda, lo que podría perjudicar a los compradores.
"Un incremento en las tasas de interés, especialmente uno agudo, se dejaría sentir muy fuertemente entre las familias endeudadas", dijo Bernstein.
Pero el comerciante de vinos Akopov tiene fe en el insaciable apetito de los consumidores estadounidenses.
"Ellos todavía compran champaña para Navidad, champaña para Año Nuevo. Y dicen 'quiero Clicquot'", dijo, invocando al famoso espumante francés. "Eso es esnobismo, ni siquiera reparan en el precio".
