EFE
BAGDAD, IRAQ.- Grupos de insurgentes derribaron ayer un helicóptero militar de reconocimiento norteamericano cerca de la conflictiva ciudad de Fallujah, un día después de que EU desmantelara una supuesta célula de la resistencia que actuaba desde una conocida mezquita de Bagdad.
Según un comunicado difundido por el mando estadounidense en Bagdad, en el ataque contra el helicóptero murió un soldado de EU y otro resultó herido, sin que se sepa la gravedad.
“Sobre las 12:50 hora local, y por causa de fuego hostil, perdimos un helicóptero clase OH-58 Kiowa Warrior cerca de la localidad de Fallujah, a unos 50 kilómetros al oeste de Bagdad. El suceso todavía se encuentra bajo investigación”, confirmó un portavoz militar.
Mahdi Salah al-Din, un agente de la policía iraquí en Fallujah, relató que tras escuchar una fuerte explosión miró hacia arriba y vio “que el aparato se precipitaba al suelo partido en dos y envuelto en llamas”.
Esta es la tercera vez en los últimos tres meses que un grupo de insurgentes logra derribar un helicóptero militar estadounidense en Iraq.
En los ataques precedentes murieron 39 soldados, 17 de ellos en una operación contra un helicóptero artillado tipo “Black Hawk”, también en Fallujah.
El último ataque ocurrió apenas 24 horas después de que soldados de las fuerzas de ocupación irrumpieran en una conocida mezquita suní de la capital y detuvieran a una treintena de personas, al parecer vinculadas con los movimientos radicales islámicos de resistencia.
Según el general Mark Kimmit, portavoz del Ejército de EU en Iraq, los arrestados daban refugio y proporcionaban infraestructura a activistas radicales suníes llegados a Iraq desde el exterior para combatir a las tropas de ocupación.
“Entre los detenidos hay ciudadanos árabes de otras nacionalidades. En el interior de la mezquita también se descubrió una gran cantidad de armas”, explicó Kimmit en una rueda de prensa en Bagdad.
Ayer en la mezquita aljama de Ibn Taimir, levantada hace 50 años en el barrio de Yarmuk, en el oeste de la capital, la versión de los hechos era muy distinta.
En una de las salas del primer piso todavía quedaban restos de la acción de los norteamericanos: sillas rotas, mesas quebradas, libros sagrados pisoteados y un turbante tirado en el suelo.
“Los estadounidenses han cometido un gran error. Si no ponen en libertad a nuestro imán, estamos dispuestos a emprender una guerra santa (yihad) contra el usurpador infiel”, dijo el jeque Sabah al-Qaisi, miembro del Consejo de Shura (consultivo) de la mezquita.
Añadió que los soldados penetraron en el templo cuando un grupo de jeques e imanes mantenían una reunión para establecer “un comité de reconciliación nacional, en el que participen juntos shiies y suníes”.
Una hora después, y tras la preceptiva oración comunitaria de los viernes, unos 200 fieles se congregaron en el patio exterior de la mezquita para llamar a la resistencia armada contra la ocupación.
“Si no ponen en libertad a nuestro jeque y a sus seguidores, estamos dispuestos a utilizar nuestras armas”, amenazó Al Qaisi.
Entre los detenidos en la mezquita Ibn Taimir se encuentra el jeque Mahdi Ahmad al-Sumaidi, guía espiritual del Alto Comité para la Llamada Islámica, la Orientación y el Decreto Sagrado, una organización radical suní adscrita a la escuela salafí, una de las cuatro en las que se divide el Islam ortodoxo, y mayoritaria en Iraq.
“Investigamos su posible vinculación con otros grupos radicales suníes como Ansar al-Islam”, al que la CIA relaciona con la red terrorista internacional Al Qaeda, explicó una fuente norteamericana que pidió no ser identificada.
“Tenemos armas para defendernos (...) Estamos preparados para combatir”, insistía el jeque Al Qaisi.
A su espalda, y en un ambiente hostil, una turbamulta gritaba “con nuestro alma y nuestro libro sagrado expulsaremos a los diabólicos invasores. Iraq será un gran cementerio para los norteamericanos”.
Y como un eco, resonaba una inquietante amenaza: “extranjeros y judíos, el ejército del profeta (de los musulmanes, Mahoma) está a punto de regresar”.