"NO ERA NECESARIA ESA VIOLENCIA", DICE AFECTADA
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Alrededor de 50 familias que fueron desalojadas el pasado miércoles, aún permanecen en los terrenos ubicados a los costados de las vías del ferrocarril, en las colonias Las Dalias y Las Julietas, donde se encontraban posicionadas.
Poco a poco han ido reconstruyendo sus viviendas, recogiendo pedazos aquí y allá de lo que alguna vez fueron sus jacales. Las señoras continúan sentadas a la orilla de las vías, mientras observan con tristeza lo que queda de su patrimonio, pues comentan que no tienen familiares ni algún sitio a dónde ir.
La principal molestia es que no se les haya avisado, pues eso les hubiera dado oportunidad de salvar algunas de sus pocas pertenencias. Otro reclamo es que nunca se les presentó un documento donde confirmaran la orden del desalojo, pero el enojo más grande es que se les haya tratado con violencia, sin importar que fueran niños o mujeres.
“Nos trataron como si fuéramos animales, no es justo, nosotros no agredimos, sólo queríamos que no nos golpearan”, dice Flor González, quien es madre de familia, “empujaron a las señoras, a ancianos, a los niños”.
Muchos de los pequeños muestran moretones y cortadas, jóvenes y señoras también. Los más pequeños no entienden por qué se quedaron sin hogar y cuándo podrán volver a dormir calentados por las cobijas, pues según manifiestan, aun con todas las carencias con que vivían, podían decir que tenían una casa y no pasaban frío. Hoy pasan la noche bajo las estrellas, acurrucados todos juntos en colchones, cubriéndose con la misma cobija toda una familia, a la intemperie.
Los vecinos explican que, bajo el pretexto de buscar drogas o armas, los policías “revolvieron” las viviendas. Todos dicen que les robaron algún bien; un pequeño comenta que su mascota, un perro callejero, fue quemado junto con otras mascotas. Él simplemente no comprende nada, pero se muestra muy preocupado.
Debido a que no han recibido una respuesta por parte del alcalde, Guillermo Anaya Llamas, los señores expresan que llevarán su problema al gobernador, pues según señala Luis Askins, “el presidente municipal se lavó las manos y nosotros ¿qué hacemos con nuestros daños morales y físicos?”.
Algunas de estas personas tenían nueve años viviendo a los costados de las vías. Todos piden la presencia del alcalde, pues consideran que se ha deslindado del problema.
“Nos trataron como animales”, repite Flor, “no era necesaria esa violencia”.
En alerta
Los habitantes de las colonias La Merced, Zaragoza Sur, Las Margaritas y Rocío Villarreal, quienes también viven posicionados a los costados de las vías del ferrocarril, se mantienen alerta ante la posibilidad de que sean desalojados de la misma manera que los vecinos de Las Dalias y Las Julietas.
Sin querer dar sus nombres para evitar cualquier tipo de represalias por parte de las autoridades, los vecinos explicaron que se sentían “en la mira”, por lo que se han organizado y cada noche se turnan para hacer guardia, con el objetivo de que no se les tome desprevenidos.
“El desalojo de los compañeros fue muy triste, en la madrugada para agarrarlos dormidos, ¿cuántos niños no habrán quedado traumatizados?”, comentó una señora, “hasta parece que el Gobierno tiene el acuerdo ése de ricos, de apachurrar al pobre antes que se levante siquiera, es una cruel realidad”.
La situación es muy incierta para estas personas. En Nueva Merced son cerca de 200 familias, en Zaragoza Sur calculan 150. Viven con incertidumbre y piden que, si van a ser desalojados, se les avise con anterioridad, para sacar a los niños.
Las señoras insisten en que no quieren que se les dé el terreno, sino que se les venda, regularizarse finalmente. Una de ellas comenta que hace cinco años se hizo el intento por escriturar y uno de los líderes pidió 500 pesos a cada familia para dicho trámite, pero una vez recolectado el dinero, se dieron a la fuga.
Los vecinos consideran que el problema de fondo es que dan un mal aspecto a la ciudad, pues “tenemos nuestros jacalitos cayéndose, unos sin techo, hechos de todo lo que nos encontramos, no se ven bien en el plan del alcalde Anaya”.
“Nosotros estamos fuera del mapa”, agrega un adulto mayor, “sólo entramos cuando es temporada de votaciones”.