EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Guillermo Anaya es un alcalde desinformado. Para las 12:30 horas de ayer luego de casi seis horas en que elementos de la Policía Estatal Preventiva y de la Policía Ministerial, efectuaron el desalojo de más de 90 familias que desde hace cuatro años invaden terrenos considerados derechos de vía de Ferromex, él desconoce lo ocurrido y afirma que ?no tengo información al respecto?.
Pese a su postura, que aclara ?no es que me deslinde sino que no tengo la información disponible hasta estos momentos de lo ocurrido como para hacer declaraciones?, momentos antes, en la inauguración de la Subestación Sur del Cuerpo de Bomberos ubicada en la colonia Impulso Comunal, un grupo de los desalojados se acercó y le pidieron ayuda.
Se quejaron ante él de que sus jacales habían sido derribados y quemados y para sacarlos fuera en horas de la madrugada, los agentes policiacos los amenazaron. ?venga con nosotros, vaya a ver cómo nos dejaron, le pidió en forma desesperada un grupo de mujeres y hombres?, sin embargo el alcalde les aclaró que no fue una orden de su Gobierno y optó por salir rápidamente del lugar ante la llegada de más gente que fue avisada de su presencia.
Guillermo Anaya fue entrevistado en la colonia Nueva Laguna Norte, por el rumbo del ejido La Unión, donde con recursos del programa Hábitat de la Sedesol, se iniciaron los trabajos de introducción de tubería.
Explica de manera parca que ciertamente representantes del Municipio habían estado participando en las reuniones con gente de Ferromex y del Gobierno del Estado, pero ?ya no sé cómo quedaron?.
Detalla que no tenía información al respecto y aunque aclara que no pretende deslindarse de lo sucedido, ?yo prefiero primeramente tener toda la información completa y trabajar en forma coordinada con el Gobierno del Estado?.
El alcalde no dice si o no al hecho de que se haya violado la autonomía del Municipio al no pedirle apoyo a la Policía Municipal para esta acción, dado que el operativo policiaco lo realizaron exclusivamente agentes de la Policía Estatal Preventiva y de la Policía Ministerial.
No se siente ignorado y reitera que ?vamos a ver qué hacemos?, ya que primero iba a ir a la Presidencia a recopilar información.
Causa incredulidad
?Mamá, ¿por qué están tumbando nuestra casa??, preguntaba la pequeña Yazmín entre sollozos a su madre cuando veía que su vivienda de madera y cartón era derribada por unos hombres vestidos de negro.
Así como Yazmín, de cuatro años de edad, más de 90 familias que habitan desde hace unos cinco años la colonia Ampliación La Dalia, ubicada a unos 18 metros de las vías del ferrocarril, a la altura de la colonia Las Dalias, tuvieron que abandonar sus jacales de madera, aunque ya había algunas de adobe.
Desde poco antes de las cinco de la mañana, alrededor de 200 elementos de la Policía Ministerial y la Preventiva Estatal, que portaban equipo antimotines como si hubieran llegado a un enfrentamiento violento, despertaron a los habitantes de los jacales, mujeres, hombres y niños, y les exigieron abandonar sus casas.
Para demostrar que el desalojo iba en serio, algunos elementos daban de puntapiés a las frágiles paredes de cartón y al protestar los vecinos, de inmediato los subieron a las patrullas para enviarlos a la cárcel preventiva, de tal forma que los habitantes no tuvieron más que comenzar a sacar sus pertenencias a la calle.
?A uno de pobre lo apachurran, lo atropellan y lo matan y nadie lo defiende?, dice con coraje María Torres, una de las personas desalojadas.
Eduardo García Tovar, de 63 años y su esposa Cresencia Vázquez, otro de los vecinos de la Ampliación La Dalia, cuenta que los policías golpearon a varias personas que se oponían a ser desalojadas.
Con nueve miembros de la familia, Eduardo y su esposa llegaron hace cuatro años a este lugar, ya que vivían de renta en la colonia Las Julietas, pero ahora tendrán que buscar a dónde ir, pues ya no podrán permanecer más en su jacal.
?¡De haber sabido!... la semana pasada me levantaron ese otro jacalito con 350 pesos que me ayudaron a juntar mis hijos. Y ahora tendremos que tumbarlo. ¡Ni modo!?, dice resignada doña Cresencia.
Enrique Fuentes, quien antes de cambiarse a la Ampliación La Dalia vivía con su familia en una casa prestada de la colonia Compresora, platica que los engañaron a todos. ?Fue puro sacadero de dinero de los líderes y no hicieron nada. Que 130 pesos para los papeles, que 50 para aquello, que 20 para lo otro y total. ¡Nada!?.