EL PAÍS
BOGOTÁ, COLOMBIA.- Nadie conoce el paradero de tres irlandeses condenados, en segunda instancia, por entrenar en materia de explosivos a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El Tribunal Superior de esta capital los condenó a 17 años de prisión; según los magistrados hay pruebas suficientes que muestran su culpabilidad. Niall Connoly, Martin McCauley y James Monaghan fueron liberados el pasado mes de abril, luego de pasar tres años detenidos.
El juez que no encontró méritos para condenarlos pues las pruebas -las mismas que analizó el Tribunal- no eran contundentes; les impuso una condena corta por falsedad de documentos y les dio libertad condicional. De inmediato el Fiscal general Luis Camilo Osorio anunció la apelación. La revisión del caso terminó con la orden de recaptura de los tres supuestos miembros del Ira.
Víctor Cruz, director de la Interpol, aseguró que desde hace meses el DAS -policía secreta- ordenó su búsqueda pues incumplieron una citación a la oficina de extranjería a solucionar su problema migratorio.
Como resultaron falsas las direcciones que habían registrado les perdieron el rastro. Además, jamás aceptaron protección del Estado, aunque siempre denunciaron que sus vidas estaban en peligro. Se cree que salieron del país de manera ilegal por algún punto de las extensas fronteras que tiene éste en la selva y en el mar.
“Lamentablemente lo que sabemos es que salieron del país”, dijo el Fiscal y pidió la cooperación internacional “para que paguen las deudas con Colombia”. El presidente Álvaro Uribe se limitó a decir: “ este es un país de leyes que respeta los fallos”.
Desde irlanda, Catriona Ruane abogada que lideró un movimiento para “regresar a casa” a sus tres compatriotas, aseguró que el nuevo fallo es injusto, de carácter político y prueba la falta de justicia en Colombia.
Anunció que vendrá a Bogotá a aclarar la situación pues ni ella, ni los abogados defensores conocen dónde están los hoy prófugos de la justicia. Los tres irlandeses fueron detenidos en agosto de 2001 en el aeropuerto de esta ciudad, con pasaportes falsos, cuando regresaban de San Vicente del Caguán, epicentro de la zona donde el pasado Gobierno intentó un diálogo de paz con las FARC.
Los militares los acusaron de haber entrenado a esta guerrilla; los irlandeses alegaban que su interés era conocer de cerca este proceso de reconciliación y que utilizaron documentos falsos para evitar trámites engorrosos y demorados.