Washington, (EFE).- Arqueólogos guatemaltecos descubrieron la tumba real más antigua del imperio maya en un observatorio astronómico construido hace mil 800 años en la región de Takalik Abaj.
La divulgación del hecho, en la revista "National Geographic", ocurre pocos días después de que arqueólogos de la Universidad de Vanderbilt (Tennessee) anunciaran que recientes hallazgos en Guatemala sugieren que los mayas alcanzaron un alto grado de desarrollo cultural y ritual casi un milenio antes de lo que se creía hasta ahora.
Esa apreciación fue confirmada en la revista, que señala que "la riqueza de esta tumba y la complejidad del arte y las escrituras del sitio revelan que la civilización maya en la costa suroccidental era mucho más avanzada" de lo que se suponía.
El último descubrimiento fue realizado por miembros de un equipo del Proyecto Arqueológico Takalik Abaj, auspiciado por el Ministerio de Cultura de Guatemala y con la colaboración de Christa Schieber, de "National Geographic".
Un comunicado de la revista, con sede en Washington, señala que la tumba fue descubierta en el observatorio astronómico maya de la región de Takalik Abaj.
Allí también fueron descubiertos cinco monumentos de piedra instalados sobre una plataforma de ceremonias que estaba alineada con la Constelación del Dragón, lo que permitía a los mayas determinar el movimiento de las estrellas.
Siguiendo precisamente ese alineamiento estelar, los arqueólogos guatemaltecos excavaron un sitio donde encontraron la escultura de una serpiente sagrada y casi 700 vasijas con ofrendas a los dioses.
La tumba real fue descubierta bajo la plataforma ceremonial y una pequeña construcción maya, señala la revista.
"A medida que íbamos excavando podíamos oler los depósitos de carbón del incienso que se había utilizado en las ceremonias", manifestó Schieber.
En la tumba, los arqueólogos descubrieron también ornamentos reales, entre ellos dos delicados adornos para las orejas, un collar de jade, otras joyas, así como una máscara ceremonial de jade que seguramente colgaba de la cintura.
Sin embargo, Schieber señala que se desconoce la identidad de los que poblaron el sitio, quiénes construyeron el observatorio astronómico o de quién era la tumba real.
Pese a que no se encontró el esqueleto del monarca, las pruebas de fósforo han demostrado la presencia de huesos humanos descompuestos y las cavidades de la tumba muestran vestigios de cinabrio, un mineral compuesto por azufre y mercurio.