EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Deshojando una margarita

Adela Celorio

No me quiere, me quiere, no..., no me quiere. Noche tras noche se la pasa frente a la incondicional amantilla que lo entretiene, lo excita y hasta lo ejercita. Ahora que como soy la legítima, él acaba siempre por volver a mi lado aunque sólo sea para decir que amaneció otra vez entre mis brazos. Lo quiero, no lo quiero... ¡sí! Definitivamente si lo quiero, porque aún catatónico como regresa; lo recibo sin reproches en el lecho conyugal y cual falderita con su amo; le salto encima, le lamo los ojos, le mordisqueo las orejas, lo entrepierno, me enredo entre sus brazos inertes y le pregunto: ¿me quieres? Él gruñe algo que yo interpreto como un apasionado ¡Sí!

Y es así, como abrazaditos los dos, atravesamos lo que queda de la noche. Y pensar que hubo un tiempo en que acostarnos juntos era cualquier cosa menos dormir... Ni modo, tengo que reconocer que la pantalla es más versátil y cuenta con muchísimos más recursos que yo para satisfacer; desde la intensa pasión de mi Querubín por el futbol, hasta sus más oscuros y sádicos instintos; con abyectas escenas de sexo y tortura.

Me duele reconocerlo pero ante el total entretenimiento que la tele le proporciona no tengo con qué competir. Aunque ¡claro! no siempre fue así. Hubo tiempos en que mi sex appeal era tan poderoso; que hasta Chano el de mi amiga Clarita, perdida toda compostura, se me echaba encima. Tenían que haberlo visto, se ponía como un loco el animal y sus impulsos eróticos eran evidentes. Menos mal que aunque con mañas de grande, era sólo un pequeño maltés al que por cierto; desde que le hicieron la vasectomía -sin bisturí- apenas y mueve la cola cuando aparezco por la casa de Clarita.

Ni modo, es necesario adaptarse a los signos de los tiempos aunque es muy difícil resignarse a la privación de los sutiles matices del besar: besos fugaces, besos de despedida, intrascendentes besitos sociales y por supuesto los húmedos y profundos, la pura jalea real de los besos. Todos tienen su encanto pero los besos apasionados seguidos de la apremiante petición de: cierra la puerta con llave...; me provocan una profunda nostalgia.

Ni modo, a cambio he conseguido algunas otras cosas y ya se sabe, nadie puede tenerlo todo. La vida real que conoce los trucos para escamotearnos ese todo; se encarga de que no encontremos los labios que queremos besar; o de que los labios que queremos besar se nieguen a correspondernos. Hay ocasiones también, en que la persona que nos gustaría besar está sudando, tosiendo y gimiendo junto a nosotros. De hecho, en estos últimos días en que todos los potenciales besadores de mi familia padecen de gripe; aun el mismísimo 14 de febrero; los besos estarán proscritos en mi casa. En fin, casos de la vida real.

adelace@avantel.net

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 73428

elsiglo.mx