Conozco varias cárceles en el D.F., no son la maravilla del mundo, lógicamente ninguna cárcel lo es. Se respira angustia, soledad, coraje y tristeza.
Existen algunas que serían más fáciles de mejorar por su tamaño mucho más pequeño, por los costos, etc.; dirán que es mucho lo que hablo de ellas pero realmente es la segunda vez que hablo de ellas.
Por x circunstancia visito la cárcel de Gómez Palacio, Durango y se me hace factible hacer composturas no costosas, para mejorar la vida de los reclusos. Se supone que la estancia de estos seres es castigo, pero también es tratar de hacer algo para que algún día dichos individuos salgan y sirvan a sus vidas, familia y sociedad.
Quisiera pensar que la nueva política gomezpalatina está dispuesta a mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos e incluir la de estos infelices, que tenga pantalones, corazón y honradez para tratar en alguna forma de ayudarles a su rehabilitación, preparándolos para no volver a delinquir, no consumir drogas y cuando salgan, vayan preparados con algún oficio que pueda darles una vida mejor a ellos y sus familias.
No son sueños guajiros, son realidades que he constatado personalmente, carencias que con mucha voluntad y ganas de servicio podrían ganarle adeptos a su política que tanta falta les hace. Es decir, quizás enviarles madera, telas, herramientas y una fácil instrucción que se les diera, podría llegar a ser un gran ejemplo para otras cárceles, una gran mejoría para la vida de estos hombres.
Cuando las personas no hacen nada, máxime si están encerradas, los malos pensamientos empiezan a rondarlos abrumándolos, obsesionándolos con lo que pudieron lograr de no haber delinquido, con lo que fue y no es, lógicamente estos pensamientos mal encauzados los hacen ser peores y cuando salen quieren desquitar su furia por lo malo que ellos creen les hizo la sociedad.
Ellos no nacieron delincuentes, esto fue ocasionado a través del tiempo por causas ajenas a ellos, unos por desintegración familiar, otros por el desinterés de los padres de no asumir su responsabilidad de hacer hombres de bien obligándolos en muchos de los casos a ir a la calle en lugar de enviarlos a la escuela, aunado a esto la miseria física y moral.
Podrían darles un libro ameno y fácil, poco a poco aprenderían a leer y si no saben se les podría enseñar. Este sería un primer paso para poder sacar de la ignominia a tantos seres desgraciados y a nosotros en algún tiempo no sentirnos tan culpables de una parte de nuestra sociedad que está tan marginada.
Estamos de estreno con el nuevo Gobernador de Durango, esta sería una buena y gran obra que él hiciera como inicio de su Gobierno y cambiar la imagen de Gómez Palacio y sus gobernantes, cambiar de ser “El Tibio Muñoz” al candente, fuerte, decidido y honrado Gobernador, así como el nuevo Presidente Municipal que se vestiría de luces ayudando a estos presos y a dos personas que han dado parte de su vida y tiempo ayudándolos, son un padre jesuita y una mujer que llevan más de 15 años trabajando ahí y saben muy bien todo lo que pasa dentro y fuera de la cárcel. Diré como los cursis oradores: Gracias por su atención.