Río de Janeiro, (EFE).- Una ballena de diez toneladas que había encallado en una playa frente a la ciudad de Río de Janeiro murió pese al denodado esfuerzo de bomberos y otras autoridades por liberarla.
El cetáceo, de unos diez metros de longitud, era de la especie jubarte, propia del Atlántico sur, y se cree que encalló cuando se dirigía hacia el litoral ecuatorial de Brasil, donde estas ballenas se reproducen durante el segundo semestre del año.
Desde el momento en que fue descubierta atrapada en una playa de Niteroi, frente a las costas Río de Janeiro y en la boca de la Bahía de Guanabara, alrededor de cien personas intentaron liberarla de su trampa de arena.
Según los expertos, el peso de la ballena y la falta de equipos adecuados impidieron todas las tentativas.
En los distintos intentos llegaron a ser usados dos remolcadores de la empresa Petrobras, que fueron inútiles debido a que se carecía de redes apropiadas, según explicaron los bomberos.
En uno de los intentos los bomberos usaron unos cables de acero, pero tampoco sirvieron y hasta causaron heridas al cetáceo, que llegó a sangrar copiosamente.
La bióloga Bernadete Fragoso, que participó en el frustrado rescate, dijo que las posibilidades de salvar al cetáceo ya eran mínimas.
Explicó que, en las condiciones en que había quedado atrapada, entre la arena y la rompiente, la temperatura del cuerpo de la ballena se había elevado demasiado y dificultaba el funcionamiento de sus órganos vitales.
Tras comprobar la muerte de la ballena, las autoridades debatían qué hacer con el cuerpo, que podría ser donado a alguna institución oficial con fines de investigación o simplemente arrastrado hacia mar abierto.