Internacional Jeffrey Epstein Chile Israel-Palestina Donald Trump Narcotráfico

Destruyen laboratorio de drogas en Colombia

AP

CUMBITARA, COLOMBIA.- Desafiando las montañas escarpadas y la presencia de rebeldes hostiles, siete helicópteros artillados con agentes de la policía antinarcóticos se internan en una importante región cocalera del suroeste de Colombia.

Tras dar varias vueltas sobre la zona, un informante civil que cubre su rostro con un pasamontañas le indica a un sargento un complejo donde se cultiva la coca, procesa la pasta base y se elabora la cocaína.

En un instante, el policía ha lanzado una granada de humo morado, que en medio de las montañas verdes marca el punto de desembarco. Abajo campesinos que se dedican a cultivar la coca comienzan a correr, como puede constatar un equipo de periodistas que el sábado asistió al operativo, realizado en una zona a unos 500 kilómetros al suroeste de Bogotá.

Cuando el helicóptero se ubica a un metro y medio de altura sobre la cima de una montaña, el artillero con la mano da la orden de saltar.

Rápidamente, los policías toman posiciones y aseguran el área. Mientras algunos revisan con las miras de sus fusiles los alrededores para evitar sorpresas, otros agentes empiezan a cavar al lado de una cabaña donde les indica el informante

Un metro bajo tierra ocultos en barriles de metal hay unos 20 kilos de base de coca, que está lista para ser procesada -un kilo de base, da un kilo cocaína-. El informante, cuya identidad no puede ser revelada por razones de seguridad, mira con satisfacción. Del monto de lo que se encuentre dependerá su recompensa.

“Yo trabajé aquí, pero me fui porque no me pagaban hace diez meses. Nosotros llegábamos a producir hasta mil 500 kilos de cocaína en ocho días”, asegura el informante con un marcado acento indígena.

Pero el operativo prosigue y los policías han comenzado a bajar por un cultivo de coca sembrado en una empinada y resbalosa ladera del cerro.

En esta zona del departamento de Nariño, donde opera el frente 29 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), los narcotraficantes que pagan “impuestos” a la guerrilla están sembrando en las pendientes, porque así se dificultan las fumigaciones aéreas con herbicida. A eso se suma la casi eterna nubosidad.

“Estamos en el emporio cocalero de las FARC”, explica en el terreno, el subdirector de la policía antinarcóticos, coronel Álvaro Velandia.

Tras la ofensiva antidrogas con financiamiento estadounidense en el vecino departamento del Putumayo, los cultivos de coca y laboratorios se han desplazado hasta Nariño, aprovechando no sólo su accidentada geografía sino también su cercanía con el Pacífico, por donde la droga es embarcada a Estados Unidos.

Mientras tanto, los policías han llegado al fondo de una quebrada por donde pasa un arroyo. En medio de la espesa vegetación, comienzan a aparecer decenas de barriles con químicos y cables eléctricos que llevaban hasta una casa donde vivían los campesinos del cultivo. La comida a medio preparar delata la rapidez con la que salieron los ocupantes.

Luego un camino que se interna en otra quebrada conduce por fin hasta el “cristalizadero”, el lugar donde se elabora la cocaína, de la cual Colombia es el principal productor mundial.

Adentro del laboratorio construido con tablas de madera y plásticos negros hay un teléfono celular que empieza sonar para sorpresa de los presentes.

Un delegado de la Procuraduría, que supervisa todo el proceso, contesta. Al otro lado, una voz pregunta: “¿Saliste?, “¿Saliste?” y luego corta. Por lo visto, el destinatario de la llamada sí alcanzó a salir, porque el operativo no reporta capturas.

Tres policías que van más adelante descubren un túnel de 20 metros que se adentra en un cerro, algo inusual en estas operaciones. Dentro del viejo socavón de una mina de oro está la “cocina”, el sitio donde con varias focos en fila se seca la cocaína antes de empaquetarla.

Durante todo el recorrido, el especialista en explosivos se ha concentrado en tender un cable eléctrico y las cargas que harán saltar por los aires el laboratorio y derrumbarán el túnel.

La misión ha dado sus frutos con 350 kilos del polvo blanco incautado, y los cerca de 30 policías que participan comienzan a dirigirse hacia el punto de extracción.

En el camino y a la cuenta de cinco una fuerte explosión retumba en las montañas, ya no hay más “cristalizadero” y los narcos vecinos han recibido una señal más que clara de lo que ocurrirá si son descubiertos.

Sólo este año, la policía antinarcóticos ha destruido más de 100 complejos para la producción de cocaína en todo el país.

De vuelta en los helicópteros, el convoy regresa a la base. Todo parece tranquilo, hasta que el artillero descarga su ametralladora de barril hacia un punto determinado. Cuando los casquillos dejan de saltar, responde: “Es que desde ahí le dispararon a uno de los helicópteros que iba adelante”.

En el aeropuerto de Pasto, un sargento que se entera del ataque a las aeronaves que no llegaron a ser impactadas, sugiere que vayan a buscar a los que dispararon. Pero la misión ya ha llegado a su fin, eso quedará para otro día en la guerra contra de las drogas.

Leer más de Internacional

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Internacional

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 111297

elsiglo.mx