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Días contados

René Delgado

Segunda y última parte

Y, como en el Gobierno Federal la torpeza es la forma predilecta de actuación política, no supieron cómo responder al desafío. A la hora de escribir estas líneas, se desconoce cuál será la resolución que sobre aquellos comicios haga el Tribunal Electoral pero lo evidente es que, más allá de las declaraciones, dos asuntos distintos en su naturaleza se vieron ya contaminados.

*** A su vez, el Presidente de la República construye -ahora que tan de moda están- el complot que justifique el fracaso de su Gobierno. Si la comunidad científica le pide cumplir la promesa de destinar el uno por ciento del Producto Interno Bruto a la Ciencia y la Tecnología, él replica que sólo de forma gradual se puede hacer. Pero olvida que la gradualidad, como todo, tiene un límite y que a su Gobierno le quedan nomás dos años, por lo que venir a hablar ahora de gradualidad es un sofisma. Y si el reclamo arrecia, el argumento socorrido del Poder Ejecutivo es: díganle al Poder Legislativo, yo ya hice lo que tenía que hacer. Así, se diluye la responsabilidad del Gobierno. Yo hice lo que tenía que hacer, el balón está del otro lado. Cúlpese de la ausencia del cambio a todos menos a mí. Mi chamba es lanzar iniciativas que resuelven otros y, si no las resuelven, reclámenles a ellos. ¿Yo por qué? Y si el endoso de la responsabilidad no basta para salvar el pellejo, entonces el Gobierno atiza el fuego de los conflictos y de los pleitos para crear otro foco distractor u otro justificante del fracaso propio. La resultante es simple: un complot, una acción concertada por otros, impidió lo que yo quería hacer. Del gran cambio que proponía el Ejecutivo, ahora se conforma con la morralla. Cambio y morralla, ahora son lo mismo. El Ejecutivo pide el cambio, la morralla como quien dice.

*** En ese esquema, donde el horizonte se agota día con día, el turno le corresponde la semana entrante al escándalo del desafuero de René Bejarano. Un operador marcado como un plomero de la política mantiene en vilo al país. Oportunamente, se advirtió al jefe del Gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador, el carácter del operador que tenía, pero nunca quiso prestar oído. Ahora, la escena de aquel operador, convertido en diputado con licencia pero con fuero, embolsándose hasta las ligas de los fajos de billetes que le dio Carlos Ahumada, tiene congelada la actividad política y sobrecalentada la grilla y los juegos de revancha. Y, por si eso no bastara, algunos miembros de la Cámara de Diputados parecieran interesados en provocar al hombre que, el próximo jueves, llevarán a la piedra de los sacrificios. Mandan a su casa con fotógrafos la notificación del juicio al que será sujeto y logran sacarlo de sus casillas, le niegan el uso de la tribuna para que haga su defensa y así, el escándalo de la semana promete algo nunca antes visto. Los petroleros Ricardo Aldana y Carlos Romero Deschamps que desviaron mil 500 millones de pesos de Petróleos Mexicanos han de estar muertos de risa, mientras que el hoy diputado Francisco Barrio ha de estar ensayando frente a un espejo la cara de dureza que pondrá frente a René Bejarano, aunque de él se burlen los petroleros. Por 500 mil pesos se llevarán a René Bejarano y ellos, Aldana y Deschamps, tienen por castigo de los mil 500 millones de pesos otro jugoso contrato para su gremio que el Gobierno nomás no puede desarmar. Es increíble.

*** Esos son los días contados que vive el país. Cada día se meten en la licuadora asuntos distintos que, mezclados, arrojan por resultado el batidillo donde chapotea y se divierte la clase política. Es manifiesto el retroceso electoral que se está viviendo en los estados pero, antes de buscar una solución para convertir la legalidad, la legitimidad y la autenticidad electoral en una verdadera cultura nacional, esas elecciones se mezclan con otros asuntos para hacer del chantaje político el mejor recurso. Es manifiesto el deterioro del valor de la autoridad en aquellas instancias o instituciones que podrían reencarrilar al país, pero más se insiste en colocar en su cabeza a quienes garanticen una conducta parcial y no institucional. Es manifiesto cómo los partidos hacen de los tránsfugas con posibilidades sus mejores candidatos y aun así, se dicen inspirados por una mística y unos principios inconmovibles. Es manifiesto que primero se judicializó la política y ahora, el empeño se pone en politizar a la justicia para cerrar el círculo de la degradación. Así, mirar si el electorado estadounidense va a recolocar o no los valores que le dieron fuerza y presencia a su democracia, mirar el ensayo europeo por integrar en una sola comunidad la conducta económica y política de un continente para fortalecer su capacidad de competencia, es un fruto prohibido, una anécdota que no debe influir en la posibilidad de degradar nuestras condiciones políticas, económicas y sociales. No, acá se vive al día, esperando el escándalo en turno que acalle al anterior, sin importar si uno de esos escándalos o pleitos termina por derramar la desesperanza.

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