Qué poder seductor tiene el dinero que todo lo ensucia, aun las conciencias de quienes por ser dueños de una fortuna parecería que pueden resistir la tentación de atesorar un poco más aunque sea a base de maldades. Yo podría comprender que quien carece de un capital, aun teniendo escrúpulos bien cimentados, perdiera la proporción de lo que es correcto en aras de salir de sus penurias. Lo entiendo aunque no lo justifico. Lo que me revienta el alma es que quien tiene un ingreso que no podrá gastar ni aun en varias generaciones, dedique sus afanes a incrementar su fortuna teniendo que hacer lo que sea, aun el nadar en la inmundicia, para tomar lo que ya le es superfluo. Estos y otros pensamientos pasaron por mi mente cuando leí que Carlos Ahumada Kurtz ratificó una denuncia por extorsión en las instalaciones de un hotel capitalino.
Le acompañaban su abogado, Juan Collado, el delegado del Cisen en el Distrito Federal, José Luis Valles, el ministerio público federal, José Carlos Villarreal Rosillo y el senador Diego Fernández de Cevallos. Lo correcto es que Ahumada acudiera a las oficinas de la PGR. Lo irregular del procedimiento se demostró cuando en el acta circunstanciada se asentó que la diligencia ministerial se elaboró en la Agencia 14 de la PGR cuando en realidad la comparecencia tuvo lugar en el hotel Presidente Chapultepec, ubicado en Polanco.
El antecedente conocido de que el procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha, tenía una relación con Ahumada Kurtz por su afición a jugar futbol, le da tintes melodramáticos al asunto. ¿Qué sucede en este país? Se les llena la boca a los altos funcionarios para indicar que nadie está por encima de la Ley cuando un simple trámite sirve para demostrar lo contrario.
Para recibir la convalidación se rentó un salón privado que pagó en efectivo el Delegado del Cisen que depende de la secretaría de Gobernación. ¿Esto le da la razón a Andrés Manuel López Obrador de que los videos son una maquinación del Gobierno Federal? Si así fuera, es para dar asco que se use a dependencias de la administración pública para soterradamente poner al descubierto la pudrición que hay en el Gobierno del DF que preside el perredista.
Esto no quiere decir que no sea bueno que la sociedad sepa cuáles son los valores morales de sus gobernantes. Sí, es válido que, levantada la tapa a la cloaca, lo hagan del conocimiento de la colectividad. Lo que no está diáfano, sembrando dudas, es por qué se tira la piedra y luego se esconde la mano. ¿Cuál es la justificación para que sea a través de los medios electrónicos como se den a conocer actos reñidos con la honradez con la que debe conducirse un servidor público? ¿Es escándalo, no justicia, lo que buscaban?, ¿sabían que hacían una perversidad por lo que no dieron la cara?
Lo que ahí hacía un senador de la República, un poco antes de que el dueño del grupo Quart reafirmara su denuncia, es algo que no ha sido aclarado. Su acompañamiento no necesariamente constituye un delito pero sí se puede pensar que su presencia lo hace cómplice de que la diligencia se haya efectuado con la irregularidad anotada de no celebrarse en el edificio de la dependencia federal. El que haya conocido, con anterioridad a su exhibición por televisión, el contenido de los videos deja en el aire la pregunta de si el Partido político al que pertenece formó parte de un complot.
A mayor razón cuando el legislador se niega a declarar públicamente en qué consistió su intervención, si es que la tuvo. Bien, sea como sea, se dice que lo que hace López Obrador es correr una cortina de humo para desviar la atención. Es del todo posible. Pero eso no quita que haya corrupción probada de militantes del PRD. Como tampoco que el senador tuvo un trato cercano con el empresario Ahumada, que haría bien en aclarar, dado el curso actual de los acontecimientos. Lo dice el refrán: dime con quién andas y te diré quién eres.