Pekín, (EFE).- Ansiedad, frustración y depresión son algunos de los males que afectan a la población de China, cuyo desarrollo económico sin precedente ha traído una avalancha de tensiones desconocidas hasta el momento en esta sociedad.
A pesar de haber multiplicado por diez sus ingresos en los últimos veinte años, los chinos no son hoy más felices y recurren a la evasión o el hedonismo para calmar sus ansias, opinan los especialistas reunidos esta semana en el Congreso Internacional de Psicología en Pekín.
A esos males propios de la sociedad moderna, se suma la relativa novedad que supone someterse a un tratamiento psiquiátrico en China, así como la escasez de especialistas en el país -uno por cada 93 mil habitantes.
En los casos más extremos, las tensiones desembocan en comportamientos violentos o compulsivos: adicción a Internet, endeudamiento, alcoholismo, e incluso asesinato o suicidio.
"Los ciudadanos chinos no saben cómo afrontar los abruptos cambios en este periodo de transición", según Wang Dengfeng, profesor de psicología de la prestigiosa Universidad de Pekín.
La economía de mercado ha creado una especie de "manía social", cuyos mayores ídolos son el dinero y el poder, según Wang, quien sin embargo ve una "tremenda aflicción" en los exitosos hombres de negocios que "han perdido su identidad", sus amigos, e incluso sus costumbres al enriquecerse.
Quienes ni siquiera logran el éxito económico se enfrentan a una frustración aún mayor, porque "sus deseos se han disparado, pero sus sueldos no pueden pagarlos", dice el experto.
La competitividad laboral, unida a las nuevas ansias consumistas de la sociedad (el móvil, el coche, el piso), han puesto contra las cuerdas a muchas familias de la incipiente clase media, que por primera vez empieza a usar la tarjeta de crédito, y es capaz de endeudarse para ir de vacaciones.
Los funcionarios, que antes disfrutaban de un trabajo de por vida según el modelo del "tazón de arroz de hierro", temen ahora por su puesto, y se ven abocados a comportamientos violentos y compulsivos, dicen.
"La corrupción, desde el punto de vista psicológico, es un acto impulsivo motivado por la inseguridad social y el amor al dinero", opinó Hou Yubo, otro psicólogo de la Universidad de Pekín.
Tampoco los 800 millones de campesinos chinos lo tienen fácil, ya que sus duras condiciones de vida contrastan con el enriquecimiento de quienes emigraron a la ciudad, los empresarios y funcionarios locales.
En los últimos años, y debido al retraso en el pago de los salarios a los trabajadores rurales inmigrantes, han aumentado las inmolaciones de campesinos a lo bonzo en la plaza de Tiananmen, una salida "digna" para un hombre que no puede volver fracasado a su lugar de origen.
Según datos de la Asociación China de Salud Mental, los suicidios en las áreas rurales superan a las urbanas, y a menudo el resentimiento desemboca en alcoholismo y violencia, con frecuencia doméstica.
Si bien los problemas psicológicos no siempre acaban en suicidio, ésta es ya la quinta causa de muerte en China y la primera entre los jóvenes de edades entre los 14 y los 34 años.
En la ciudad, los jóvenes buscan evasión de las duras demandas escolares, refugiándose en los juegos de ordenador o en internet, donde ya son el mayor grupo de usuarios, que pasan horas y hasta días viviendo aventuras ficticias y combatiendo contra demonios y ogros imaginarios.
La presión social y las esperanzas familiares depositadas en los adolescentes son también motivos importantes de tensión psicológica, y las universidades de Pekín y Tsinghua, las más prestigiosas del país, sufren un alto índice de suicidios entre sus alumnos.
Son, en su mayoría, hijos únicos que en muchas ocasiones han sido los mejores estudiantes en sus provincias y que no pueden aceptar un suspenso o un desengaño amoroso.
En algunos casos, en vez de acabar con su vida, deciden agredir a sus compañeros o incluso asesinar a sus padres, fuentes de las expectativas incumplidas.
"Los cambios sociales han sobrepasado la educación del país, trayendo graves crisis psicológicas para los jóvenes", opina un experto.
"Como psicólogos, estamos dispuestos a trabajar junto a los sociólogos y políticos para proporcionar soluciones al público", concluyó Zhang Kan, presidente de la Sociedad Psicológica China, quien confesó sentirse "muy preocupado".
China, país de mil 300 millones de habitantes, cuenta con tan sólo 14 mil psiquiatras, un número similar al de Francia (con 60 millones de habitantes), que empezaron a prestar sus servicios a finales de la década de 1980.