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Divagaciones de la manzana

Martha Chapa

Ojalá la política estuviera en el deporte como la entienden los griegos desde su origen como pueblo y cultura, en el sentido de arte para servir a los demás. Ahora, con los Juegos Olímpicos de Atenas y ante el triste y decepcionante papel de los deportistas mexicanos, ha quedado en evidencia la politiquería de los dirigentes deportivos de nuestro país.

En cada una de las pruebas se ha repetido el fracaso de los atletas nacionales. El que no logró las marcas mínimas que se requieren en los niveles de competición internacional, fue descalificado, se le perdió la bicicleta en el camino o sufrió un calambre muscular en el momento más importante de su carrera deportiva.

Estamos acostumbrados a esta debacle, excepto en casos aislados como los Juegos Olímpicos de 1968, donde se puso al frente del Comité Olímpico mexicano a un hombre de probada honestidad y capacidad, como don Josué Sáenz. En posteriores ediciones de los Juegos Olímpicos, sólo hubo casos aislados de competidores mexicanos exitosos.

Sin embargo, en los Juegos Olímpicos de 2004 el nivel del deporte mexicano ha llegado a su nivel más bajo y gran número de nuestros atletas que supuestamente aspiraban a una medalla, tuvieron actuaciones francamente desastrosas, como los marchistas, los boxeadores o los futbolistas. Desde luego ha habido excepciones que reconocemos y admiramos, como Ana Gabriela Guevara, Saúl Mendoza, Belem Guerrero y Óscar e Iridia Salazar, cuyo tesón, carácter, disciplina y deseos de triunfo los han llevado a logros importantes en sus carreras deportivas.

Cada cuatro años vienen los lamentos, las denuncias, los reproches y las consecuentes promesas de cambio y reorganización del deporte mexicano para conseguir, en el futuro próximo, una presencia no sólo decorosa sino de progreso deportivo. Pero en esta ocasión sí deben tomarse en serio las decisiones y no permitir que un grupo de dirigentes caciquiles y corruptos siga despilfarrando nuestros impuestos con resultados que son una vergüenza nacional.

Tanto las instancias del Poder Ejecutivo como el Poder Legislativo deben pedir cuenta a los responsables de este fracaso, a fin de que el deporte se reorganice con una visión integral, partiendo de una buena alimentación y de la educación física en las escuelas primarias. Sin esa base es imposible tener un número significativo de atletas de alto rendimiento, con la preparación física y mental necesaria para competir por el lugar de honor en las justas deportivas. En el deporte como en otros ámbitos, los mexicanos tenemos que empezar a competir para ganar.

Casa de Nuevo León

en la ciudad de México

Estamos de plácemes con la noticia de que Monterrey, mi ciudad natal, será la próxima sede del Espacio Forum 2005, un gran acontecimiento internacional de la cultura. Como sabemos, las actividades de este evento, que se celebra actualmente en Barcelona, se realizan a lo largo de varios meses e incluyen prácticamente a todas las disciplinas artísticas.

Estamos seguros de que México, y en este caso Nuevo León, no se quedará atrás en capacidad organizativa, versatilidad, imaginación y originalidad. Desde ahora será necesario —y resultará todo un acierto— intensificar las acciones culturales, renovar programas y ampliar la infraestructura.

En este sentido, considero que una decisión trascendental y urgente es la creación de la Casa de Cultura de Nuevo León en la ciudad de México. Pero también hay otras razones para hacerlo, ya que de manera similar a lo que ocurre con otras regiones del país, la tierra neoleonesa es poco conocida por la mayoría de los mexicanos, fuera de algunos datos elementales y ciertos estereotipos acerca de la mentalidad y la forma de ser de sus pobladores.

Regionalismo y centralismo son las dos caras de un mismo fenómeno que, con frecuencia, deviene en desconocimiento, alejamiento y contraposición absurda de intereses y termina lesionando la verdadera unidad nacional, que debe partir de la aceptación, por todos los mexicanos, de un perfil pluricultural que dé a la nación, en su conjunto, una identidad profunda.

Sin embargo, nadie puede ignorar que la ciudad de México es la caja de resonancia de los hechos fundamentales de la República en cada uno de sus estados. Y en todo caso debe ser aprovechada para divulgar las manifestaciones de la vida neoleonesa en todos los órdenes, como una forma de acercamiento mayor al interés de los mexicanos, incluyendo en esa inquietud —por supuesto— el interés de los neoleoneses por México.

Como toda verdadera comunicación, el flujo debe generarse, profundizarse, ampliarse, en los dos sentidos: Nuevo León con México y México con Nuevo León, desde la generosidad del conocimiento mutuo. Esta necesidad es aún más imperativa en el contexto de los cambios ocurridos en el mundo, eufemísticamente llamados globalización, que se traducen a velocidad creciente en pérdida de la ubicación concreta de las naciones, de los pueblos, las comunidades y los individuos.

Se habla de la pérdida de las identidades nacionales y de la homogeneización de las conductas y las culturas en un sólo patrón dominante; pero también es cierto que en muchos lugares del planeta se fortifican sentimientos comunitarios, religiosos, de reivindicación de lo propio, incluso por la vía de la violencia, como reacción ante el avasallamiento de lo “global”. La cultura y el arte pueden y deben trascender sus límites y contribuir políticamente a que no se extravíe la identidad de los pueblos, de las personas. Ello implica recoger los valores del pueblo y su profunda tradición milenaria en la creatividad, la imaginación, y promover la educación basada en nuestra experiencia histórica.

Como no lo ha hecho hasta ahora ninguna región de nuestro país, la capital regia aspira a convertirse en la ciudad internacional del conocimiento —es decir, en la urbe con mayor infraestructura para la investigación, la educación y la cultura—, y para ello no puede prescindir de la capital del país. Razones todas por las que es importante establecer cuanto antes una Casa de la Cultura de Nuevo León en la ciudad de México y así tender desde ella puentes con todas las expresiones de la creatividad nacional e internacional, tomando como eje las que imaginan y realizan los neoleoneses.

En dicho espacio se incluirían actividades relacionadas con las artes plásticas, la literatura, el cine, la danza y en general la investigación de los lazos históricos de Nuevo León con el país, a la vez que eventos diversos que con el tiempo se irían definiendo. Todo ello en colaboración con las instituciones de educación superior de la propia entidad federativa y de todo el país, a las que habría que involucrar en este proyecto.

e mail:

enlachapa@prodigy.net.mx

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