Los patrones de vida han cambiado
Nacionalismo, Derechos Humanos y religión son valores pocos practicados por los jóvenes
EL SIGLO DE TORREÓN
COMARCA LAGUNERA.- Pocos son los jóvenes en La Laguna que conocen todas las estrofas del Himno Nacional, cuya identificación con los símbolos patrios va más allá de disfrazarse de charro el Día de la Independencia o tomar tequila para conmemorar la Revolución Mexicana.
Algunos se dicen nacionalistas, pero prefieren consumir productos extranjeros, realizar sus compras en fronteras como Mc Allen, Laredo o El Paso, comer comida rápida norteamericana e incluso, existe entre ellos mayor aceptación por el idioma inglés al punto de ser considerado una necesidad, antes que el propio español.
Las contradicciones entre los jóvenes se profundizan en la clase media de La Laguna, donde los muchachos se pronuncian a favor de los derechos de las familias que viven en la pobreza extrema, pero discriminan a sus compañeros de ascendencia indígena o piden a las discos que se reserven el derecho de admisión en cuanto a quienes no lucen como ellos.
El plano religioso también ha cambiado. Los tiempos en que se acudía a misa todos los domingos y los jóvenes se confesaban por lo menos una vez al mes han quedado atrás. El significado de ser católico, cristiano o protestante entre la juventud lagunera hoy se traduce a creer en un Dios, aun sin ser practicante o no llevar una vida bajo los preceptos que la religión establece.
Los símbolos
Para la coordinadora del Centro de Orientación Educativa de la Universidad Iberoamericana (UIA), María Luisa Madero Fernández, el nacionalismo en los jóvenes consiste en la identificación con ciertos símbolos que en un momento dado les hace sentirse muy mexicanos, como las fechas patrias o incluso, elementos que no tienen mucho que ver con ello, como el equipo de futbol.
Sin embargo, la académica destaca que hay muchos símbolos nacionales que la juventud lagunera no toma mucho en cuenta, como el Himno Nacional, la Bandera, el Escudo.
?El ser muy aficionado a la Selección Nacional de futbol no te hace más mexicano?, señala, ?es algo que ves en la actitud que adopta el chavo frente a los símbolos patrios, es una cuestión que se va aprendiendo en el transcurso de la vida pero no nos tiene una respuesta positiva, se agarra de otros elementos, de otros símbolos?.
La psicóloga explica que, en general, cuando los jóvenes se sienten agredidos como región, se unen, pero si se trata de cuidar el país, de cuestiones como la ecología, el medio ambiente, no aflora el supuesto nacionalismo y se produce la contradicción.
En opinión de Sergio Garza Saldívar, catedrático e investigador, existe mucha apertura de los jóvenes laguneros al consumo de productos extranjeros, en especial porque las ?modas? obedecen también a patrones que no son mexicanos.
?Lo que predomina es el consumo de productos extranjeros?, comenta, ?ya es cada vez más raro ver jóvenes vestidos con ropa tradicional o con vestimenta indígena en nuestro país que a lo mejor en otra época era muy común: sarapes, huaraches, suéteres de lana, han ido desapareciendo?.
El investigador considera que la juventud es cada vez más homogeneizada, en el sentido de que los muchachos buscan elementos similares, consumen lo mismo, se visten, se tatúan, se colocan aretes, su imagen resulta más ?pareja?.
?Esto es lo que comenzó a pasar hace un tiempo en otras ciudades de México y en otros países del mundo?, manifiesta, ?como que vamos accediendo a estas modas y me parece que es como un reflejo quizá de la falta de interés de los mismos jóvenes de buscar un medio de expresión más auténtico, más original y que entonces como que la ruta fácil es adoptar esto como algo bueno?.
Poca confianza
Los secretarios de las fracciones juveniles del Partido Acción Nacional (PAN) y del Revolucionario Institucional (PRI) coinciden en que existe una gran desconfianza por parte de los jóvenes hacia los políticos mexicanos, por los múltiples casos de corrupción que se han presentado, lo que origina que no quieran asistir a votar ni tengan interés en escuchar las propuestas siquiera de los candidatos.
?Se necesita mucho de la participación de los jóvenes para generar un cambio, hacer algo por mejorar el país, el Estado, el municipio?, indica Javier Armendáriz Reyes Retana, secretario general del Frente Juvenil Priista, ?crear una conciencia política, una conciencia nacional, porque en un futuro nos va a tocar hacernos cargo?.
Las fracciones juveniles de ambos partidos integran muchachos de entre 14 y 25 años para realizar labores y trabajos con el propósito de obtener recursos para personas de colonias populares, donde organizan torneos deportivos y eventos diversos.
Javier Armendáriz dice que, actualmente, es más el conocimiento de la historia de Mickey Mouse, que de los hechos históricos de México, pues existe mucha influencia por parte de los Estados Unidos en los jóvenes de la Comarca Lagunera.
?A unos sí les interesa, a otros no, pero en general, lo que aparentamos es que no nos interesa para nada?, manifiesta, ?desde chicos en las primarias se debe fomentar más el orgullo de ser mexicanos, que se sientan bien con sus raíces y orígenes, que no se apenen de ello, así se crearía más interés en la historia?.
Gerardo Iván García Colmenero, secretario general de Acción Juvenil del PAN, señala que es necesario un conocimiento profundo y auténtico de la Historia de México en la juventud lagunera, pero eso en realidad no existe y debería ser fomentado.
?La cultura de los mismos padres podría contribuir a enseñar la historia a los hijos y en la escuela, no tanto a estudiar la vida de los héroes, sino las causas y efectos que nos llevan hasta este momento?, manifiesta, ?se requiere una educación progresiva de acuerdo a los grados de enseñanza, pero desde los padres, la escuela, uno mismo, tener amor a México?.
El secretario juvenil panista comenta que, en general, la juventud de la Comarca Lagunera sigue el patrón de la llamada Generación X, donde los que tienen la oportunidad de estudiar una carrera, lo hacen pero terminan laborando en algo que no les convence o no les gusta.
Con problemas como la falta de empleo y oportunidades para los jóvenes laguneros, no queda mucho espacio para buscar soluciones en común a cuestiones como la inseguridad y la pobreza en el país.
?Es una cadenita y promueve el tener indiferencia en lo que pasa en México, de lo que afecta directamente a uno, que también somos responsables de los problemas, al no tener conciencia y sólo dejarnos llevar sin investigar, proponer ni ir más allá, que únicamente escuchar las críticas?, comenta, ?pero yo sí creo en esta generación, porque he conocido muchas personas jóvenes con ánimos de cambio y de transformar desde su vida a México?.
Los principales problemas que identifican a los jóvenes en el país, según el joven priista, son la pobreza, la falta de educación, la violencia, la inseguridad y la inestabilidad política que se experimenta de momento.
Para Gerardo Iván García, las cuestiones que más aquejan a los jóvenes son una falta de congruencia en la vida de las personas, la falta de unidad en mente, cuerpo, espíritu y naturaleza; ser más humanos, la discriminación que se hace al no ver la dignidad de la persona; ser más instruidos, proponer y hacer.
?Los jóvenes necesitamos tener una revolución humana, desde que sepamos dónde estamos y conocernos?, manifiesta, ?saber nuestras virtudes y defectos, que tenemos un potencial enorme y desarrollarlo en beneficio de la sociedad y el país?.
Discriminación, práctica constante
Juan Antonio tiene 24 años y cursa la licenciatura en Administración de Empresas en una universidad privada. Se considera ?activista?, pues dice que en diversas ocasiones ha contribuido en manifestaciones en contra de las injusticias y abusos de poder que se cometen a menudo hacia las minorías marginadas, como los indígenas.
Confiesa que en su closet abundan las playeras del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y su icono es el ?Che? Guevara. Explica que esta preocupación le nació cuando estudiaba la preparatoria y fue en misiones a un pueblito del que no recuerda el nombre.
?Había mucha pobreza, faltaba de todo, pero aunque fuera de lo poquito que tenían, siempre nos querían ofrecer y nos compartían?, comenta, ?aprendes mucho en esas situaciones, como que te das cuenta de lo que tienes y empiezas a valorar hasta lo más mínimo?.
Sin embargo, Juan Antonio considera que la discriminación más palpable es la que ocurre en los ?antros? donde acuden con sus amigos a divertirse, pues los lugares se reservan el derecho de admisión y dejan fuera a diversas personas sólo por la forma en que lucen.
?Es bien mala onda que luego dejan entrar a chavitos que tú ves que tienen 16 años o menos y que claro que traen credenciales falsas, pero pasan porque son fresas, mientras que hay muchachos que van con su pareja y se ven tranquilos, pero no entran porque lucen humildes?, dice, ?es feo cuando es por razones tontas como ésas, porque de todas formas van a pagar su entrada, ¿qué importa que no tengan un carro del año??.
Para David Omar Sifuentes Bocardo, segundo visitador de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Coahuila (CDHEC), la finalidad de esta institución es construir una sociedad donde todos se comprendan, que se entienda que las personas son diferentes, que no todos coinciden en los puntos de vista y aprender a vivir en comunidad aceptando y respetando esta diferencia.
?Ahora que se ha hecho mucha difusión de los Derechos Humanos, se olvidan luego de las obligaciones propias?, manifiesta, ?entonces ahorita en la comisión estamos tratando de, a través de pláticas, explicar los derechos pero los deberes también?.
En opinión del visitador, se presenta una problemática muy especial cuando se habla de los jóvenes, ya que la mayoría de las informaciones de los medios de comunicación están dirigidas a ellos: los programas, la mercadotecnia, los deportistas, las estrellas de cine.
?Entonces es como si ésta se convirtiera en la única edad que puede ser válida?, explica, ?aunque haya adultos, niños, ancianos, pareciera que ya sólo los jóvenes valen?.
Sifuentes Bocardo señala que es aquí cuando surgen cuestiones de discriminación hacia las minorías, pues a la persona con discapacidad ya no le dan trabajo y tampoco al adulto mayor, mientras que el joven entiende para sí que solamente él tiene derecho a todo, a diferencia de los otros grupos.
Aunque admite que existen muchos jóvenes que trabajan en beneficio de las personas marginadas, que se incorporan a una Organización No Gubernamental (ONG) y apoyan esta labor en servicios sociales, en la generalidad persiste la indiferencia.
?A los jóvenes les hace falta más recapacitar acerca de que conviven en un mundo donde hay muchas personas diferentes y que todos son dignos de respeto igual que ellos?, manifiesta.
Cultura en proceso
María Luisa Madero Fernández, coordinadora del Centro de Orientación Educativa de la Universidad Iberoamericana (UIA), dice que la cultura de los jóvenes en cuanto a los Derechos Humanos apenas se está creando, se está aprendiendo a respetar a los demás y sus diferencias.
?Por un lado, hay jóvenes muy comprometidos y a los que realmente les preocupa la discriminación al indígena, a la mujer, a los niños, al adulto, el no cuidar los espacios como parte de nuestro universo?, señala, ?todo esto apenas comienza a inculcarse?.
Sin embargo, la psicóloga destaca que son muy pocos los muchachos que se incorporan a este tipo de pensamiento y lo adoptan en su vida diaria, pues para la mayoría, sólo queda en teoría.
?Les queda claro que están los derechos del otro, pero no lo viven, a la hora de ejercerlo, cuando implica ya un compromiso, el joven prefiere mantenerse al margen y no establecer un compromiso?, manifiesta, ?si ven una situación de injusticia, son pocos los que darían la cara por pelear en la cuestión y defender a quien ve sus derechos transgredidos?.
La mayoría de los muchachos permanece indiferente ante dicha situación, lo cual es muy grave, según explica Madero Fernández.
?El hombre en muchos casos sigue pensando que la mujer debe ocupar otro espacio que no sea el de ellos?, comenta, ?aunque hay quienes sí promueven que la mujer ocupe espacios importantes a nivel de puestos políticos o de la dirección de una empresa?.
?En cuestión de Derechos Humanos estamos todavía creando la cultura, aún no la tenemos?, agrega.
Poco congruentes
Diversos jóvenes son partícipes de las manifestaciones a favor de los Derechos Humanos, donde se exigen cuestiones justas, pero a través de situaciones que muchas veces no son legales, como el bloquear una calle o tomar una dependencia.
El segundo visitador de la CDHEC afirma que el planteamiento es exigir un derecho que se está transgrediendo, pero los medios para conseguirlo afectan a terceras personas.
?Piden algo válido pero sin respetar los derechos de los demás?, señala, ?un ejemplo claro de este idealismo en los jóvenes es que están a favor de las personas más necesitadas y se unen a grupos de apoyo para gente pobre, pero cuando entran a los ?antros?, son los mismos que no quieren que ingresen los que no son de su nivel socioeconómico?.
Son estos mismos jóvenes los que frecuentemente ocupan los espacios destinados para las personas con capacidades diferentes en los centros comerciales, que tienen problemas constantes con las autoridades y con quienes visten de una manera distinta a la de ellos.
?Es una cuestión de ser congruentes entre lo que piensan, lo que dicen y lo que hacen?, subraya Sifuentes Bocardo, ?a veces es sin plena conciencia, pero se debe entender que es posible exigir respetando los derechos de las demás personas?.
Las percepciones
Los jóvenes foráneos que estudian en la Comarca consideran a los muchachos laguneros cerrados y discriminadores.
La coordinadora del Centro de Orientación Educativa dice que en la sociedad actual hay dos tipos de personas, los que han llegado de fuera y los que son oriundos de La Laguna.
?Los de aquí como que extrañan esa sociedad donde todos se conocían, donde había ciertos lineamientos, nos reconocíamos en cualquier lugar por ser de la Comarca Lagunera y entonces ha habido cambios dentro por gente que ha venido de fuera pero también cambios en el entorno, que nos hacen comportarnos de distintas formas?, manifiesta.
?Los medios influyen en nosotros terriblemente, de tal manera que nos están exigiendo otro tipo de comportamiento y romper con ciertos esquemas?, agrega, ?el decálogo que indica cuál debe ser el comportamiento o cómo deben ser las buenas costumbres o qué seguir conservando como valores?.
Madero Fernández expresa que se debe continuar buscando la conservación de los valores tales como el apego a la familia, que difiere a los mexicanos de otras culturas, para mantener vigente este ?decálogo? de buenas costumbres de la clase media lagunera, que en la última década, ha ido desapareciendo para dar origen a esta doble moral que viven los jóvenes hoy.
¿Y la religión?
Además del poco compromiso que con la nación experimentan los jóvenes, los valores religiosos tampoco son muy frecuentes en la juventud. María Luisa Madero Fernández, coordinadora del Centro de Orientación Educativa de la Universidad Iberoamericana, cuenta que son pocos los muchachos que se preocupan por acudir a misa y cumplir con estos lineamientos de cada religión.
?En lo general, los jóvenes se encuentran un poco más alejados, más en contra de todos los principios que puedan manejarse a través de lo religioso?, manifiesta, ?lo ven como un impedimento para poder expresarse libremente?.
La psicóloga señala que, para muchos, la religión es una forma de presión, una manera de indicarles ?no hagas lo que tú quieres hacer?.
Madero Fernández explica que los jóvenes generalmente polarizan ante esta cuestión: aparece el muy ferviente creyente o el que se declara como ?ateo?, que en realidad no es ateo, sino que no quiere seguir los principios ni las normas establecidas por la Iglesia.
?Ven la religión muy alejada de ellos, como que se les hace, hasta cierto punto, ridículo y lo vemos muchas veces también en la respuesta que tenemos de ellos?, comenta.
Para la catedrática resulta contradictorio este alejamiento, porque en diversas ocasiones, observan la necesidad del joven de tener un acercamiento espiritual que le reconfortaría mucho en la situación que atraviesa, pero, sin darle oportunidad, lo rechaza.
?El espacio para el crecimiento espiritual lo ven como mochilería, le ponen una etiqueta?, añade, ?temen que los mismos amigos lo tachen de ?mochilón? o algo por el estilo, por lo que resulta más fácil en las mujeres que en los varones, que lo acepten?.
Un Iglesia moderna
El sacerdote jesuita, Sergio Manuel Guzmán García, explica que los grupos de jóvenes que se han acercado a su parroquia, en San Judas Tadeo, buscan espacios para desarrollarse como personas, expresarse y hacer amigos.
?Ciertamente son pocos los chavos que participan en la pastoral juvenil de la parroquia, otros vienen sólo en momentos puntuales como la Pascua Juvenil, la preparación para la Confirmación, la mayoría es ajeno a la Iglesia?, señala.
?Tienen fe, practican algunos valores como la amistad, la solidaridad; pero no les interesa la Iglesia como institución, no les dice mucho, no les llama la atención nuestros ritos, la forma como celebramos nuestra fe en Jesús?.
Son pocos los muchachos laguneros que asisten a misa, en las diversas parroquias de la ciudad, la llamada misa de jóvenes es en la que participa menos gente.
?Muchos llegan a decir: ?Yo creo en Jesús pero no en la Iglesia?. Como Iglesia, me parece, debemos atender más a los signos de los tiempos, retomar el espíritu que se nos regaló en el Concilio Vaticano II de ?abrir puertas y ventanas? para que el aire del mundo entre a la Iglesia y la Iglesia comparta su espíritu al mundo?, expresa, ?falta hacer una pastoral juvenil acorde a los tiempos?.
Contradicción necesaria
La coordinadora del Centro de Orientación Educativa comenta que la incongruencia entre el pensar y el actuar de la sociedad lagunera es propiciada por todos los avances que se han tenido y a que se han abierto muchos espacios más de comunicación e información.
?Tenemos más conocimiento de cómo se manejan en otros lugares, en otros países?, indica, ?hay más información en cuanto a todo lo que sucede en el mundo?.
Madero Fernández considera que la falta de unidad en las familias es otro de los factores que han contribuido a la soledad de los jóvenes.
?Había una hora de la comida para buscar una unidad, pero luego resulta que todos tenemos horarios distintos y no se puede dar?, explica, ?el mismo ritmo de vida te hace vivir también esas contradicciones, las familias muchas veces no encuentran un espacio para tener ese momento de vivencia.
?Se quiere promover la unidad familiar pero hay muchas televisiones para que cada quien vea lo que quiera, hacemos o promovemos cosas para que no se dé lo que yo quiero que se dé en mi casa, pero no empezamos precisamente por el hogar de uno mismo?, agrega, ?¿dónde queda la comunicación en la familia??.
La psicóloga insiste en que cada familia debe promover una comunicación profunda, no la soledad, como se ha hecho en los últimos años, lo que ha propiciado los cambios que hoy experimenta la juventud lagunera.
?Si no lo hago voy cayendo en lo establecido, nos vamos llevando por una masa de costumbres?, advierte, ?es la forma de vida y el estilo de vida que nos hemos querido dar, favorecido por toda la influencia que hemos tenido de fuera y que a lo mejor, no hemos sido muy críticos de esa realidad?.
?No nos hemos detenido a reflexionar cómo están las cosas de fuera, cómo estamos viendo nuestro entorno, cómo estamos llevando nuestra vida, para entonces hacer un alto en el camino, una reflexión y finalmente tomar cartas en el asunto?, agrega.
El sacerdote jesuita, Guzmán García, señala que los jóvenes, aun en estos tiempos del celular y el Internet, viven muy solos, con poca comunicación.
?Tienen necesidad de expresarse, de compartir sus sueños y sus miedos, de ser escuchados, tomados en cuenta y no encuentran el espacio o la persona dispuesta a escuchar, que los acompañe en sus búsquedas?, manifiesta.
El párroco explica que, a veces, en la Iglesia, en el sacerdote, pueden encontrar ese espacio, esa persona, pero no quieren que se les considere ?mochos?, ni que se les excluya de su grupo de amigos, al que tampoco se sienten con mucha pertenencia.
?En la Semana Santa, tiempo en el que muchas personas se acercan al sacramento de la Penitencia, se acercó a mi una mujer joven y me dijo: ?Padre, yo no me quiero confesar, quiero que me escuche y me dé una opinión?. Me pareció que no era el momento de instruirla en la importancia del sacramento de la penitencia, así que le dije: ?Te escucho?. Su rostro se iluminó?, agrega el Padre, ?no sé desde cuándo ella esperaba que alguien le dijera esas dos palabras?.