Estudiantes y empleados son quienes más consumen frituras y alimentos callejeros que ponen en riesgo su salud
Los duranguenses se encuentran sub alimentados y mantienen en constante riesgo su salud por el abusivo consumo de comida chatarra y por no mantener hábitos alimenticios que garanticen un equilibrio nutricional adecuado, dijo una nutrióloga especializada entre otros conceptos que vertió para El Siglo de Durango.
La entrevistada dice que existe una gran ignorancia en la entidad acerca de nutrición, ya que los duranguenses acostumbran comer constantemente alimentos que no fortalecen al cuerpo, sino que, al contrario, lo van deteriorando, pero lo más grave es que a pesar de que tienen conocimiento de la mala calidad de la comida y su deficiente preparación, hacen oídos sordos a las recomendaciones de los especialistas.
Es común que los puestos de comida chatarra se encuentren llenos de estudiantes que acostumbran ir durante la hora de receso, así como de los empleados que durante su descanso acuden a estos sitios.
Este problema no es solamente de los jóvenes, sino de la población duranguense en general, comenta Magdalena Nájera Cabrales, especialista en nutrición y obesidad del Hospital Monte Sinaí.
La mala orientación que se tiene no solamente en la ciudad de Durango, sino a nivel mundial acerca de la nutrición, provoca enfermedades como la obesidad y desnutrición, explica Nájera Cabrales.
Menciona que estas enfermedades pueden causar diabetes, hipertensión, problemas en la columna, entre otras cosas, así como infecciones respiratorias y problemas en el aparato digestivo provocados por la desnutrición, y mucha gente no toma conciencia de esta situación.
Opina que los factores principales de que exista esta situación en Durango son el aspecto socioeconómico y la falta de información, ya que se tiene la creencia de que llevar una dieta balanceada resulta caro; pero al contrario de esto, seguir una buena dieta es económico, además de que ayuda a la salud.
Para evitar estos problemas, recomienda disminuir la ingesta de productos bajos en grasa, además del consumo de carne roja, ya que en la actualidad la gente está acostumbrada a consumir estos productos en gran cantidad.
?Es necesario cambiar los productos de las tienditas de las escuelas, ya que los estudiantes consumen papas, donas o cualquier producto alto en grasas en vez de alguna fruta o algo saludable; en muchas tiendas no se vende otro tipo de productos, lo que provoca que los jóvenes se acostumbren a una mala alimentación?, enfatizó.
Dice que la existencia de miles de establecimientos que venden comida ?chatarra?, como los taqueros, torteros, puestos de hot-dogs, burros y hamburguesas influyen fuertemente en la cultura alimenticia duranguense, ya que al ofrecer servicio rápido y a bajo costo es muy atractivo para las personas de todas las edades.
Zona de riesgo para comensales
El pasillo es estrecho, no se puede pasar libremente porque decenas de puestos de madera que se han instalado a la orilla de la banqueta, invaden ésta con algunas bancas sucias y desvencijadas que son ocupadas por personas de diferentes edades que tienen como común denominador el consumo de alimentos preparados en la calle, a la vista de todos, con materia prima de origen desconocido y con total ausencia de higiene.
Es la esquina de Pasteur y Pino Suárez donde inicia esta cuadra en la que se funden los puestos en donde se vende barbacoa, en tacos o en tortas, pero también puede encontrar las famosas gorditas de diversos guisos; hay tamales, tacos dorados, hígado de res encebollado, quesadillas y todo ello aderezado con lechuga y cebolla que se parte a la vista de todos, pero nunca se lava.
Las tortillas cuando bien les va a los comensales, están envueltas en una sucia servilleta y la tina de agua que se encuentra al fondo del puesto de apenas dos metros de ancho por dos y medio de largo, sirve lo mismo para que los dependientes se laven las manos como para el aseo de los platos de plástico en donde se sirve a los clientes.
Los olores se mezclan hasta formar una combinación que no es nada agradable, sin embargo, las bancas que estorban el paso de los transeúntes, ahí, a una cuadra del ex Cuartel Juárez parecen no interesarse en esos aromas, ellos preguntan a cómo las gorditas y al enterarse de que pueden llenar el estómago con dos gorditas de cinco pesos y un refresco, se acomodan para comer sin importar de momento el riesgo que corre su salud.
En ninguno de los puestos se observan permisos de Salud Municipal ni de la Secretaría de Salud. Son pocos los que cuentan con instalación de agua potable, pero no la usan, solamente llenan una cubeta y con ella realizan toda la jornada.
Se come sin cubiertos; lo único que se observa como cuchara es aquella de peltre que todos utilizan para servir las diferentes salsas con que complementan los alimentos callejeros.
Atrás de los comensales hay toda una serie de establecimientos comerciales, entre ellos un expendio de bebidas embriagantes en donde se promociona el mescal de Durango, a diez pesos el litro. Al lado hay una antigua peluquería y más allá un sitio en donde reparan calzado; hay otros puestos en donde se venden hierbas medicinales y a media cuadra un puesto que se ha convertido en altar y en el cual se encuentran figuras de varios santos. Ahí se persignan fervorosamente muchos de los que se alimentaron en la calle, tal vez rogando por su salud.
En esta cuadra, la higiene no existe, la basura abunda, los perros callejeros no dejan en lugar porque ahí tienen la supervivencia asegurada; los desperdicios orgánicos y los charcos de aguas negras son cosa común y de todo, las autoridades municipales parecen no darse cuenta porque este es el aspecto que tiene el lugar de día y de noche. Raro en un una ciudad como Durango en donde el presidente municipal Jorge Herrera Delgado y el gobernador Ismael Hernández Deras parecen no haber tomado en cuenta esta parte del Centro Histórico para su rehabilitación como se hace en la calzada 20 de Noviembre.