“El juicio de la multitud es una verdadera lotería”. Dryden
Han transcurrido exactamente cuatro años de la elección del dos de julio de 2000 y del grito “No nos falles” entonado por decenas de miles de ciudadanos en la glorieta del Ángel de la Independencia de la ciudad de México. El simple hecho de que pocos conmemoren esta fecha en comparación con años anteriores es indicativo de lo mucho que ha cambiado el país en este tiempo.
Si le prestamos atención a las voces críticas —que ahora se dejan escuchar con gran libertad— parecería que Vicente Fox no ha logrado absolutamente nada como Presidente. Sin embargo, la gente común y corriente, la que no tiene voz en los medios de comunicación o acceso a los círculos de poder, parece tener una opinión distinta. En la última encuesta trimestral del Grupo Reforma, publicada el primero de junio, el presidente Fox registraba un grado de aprobación del 54 por ciento. Esta cifra palidece frente al 70 por ciento de febrero de 2001, pero es positiva para un Mandatario que lleva cuatro años en el poder.
La falta de Reformas Estructurales es hasta el momento el gran fracaso del sexenio, pero la responsabilidad debe atribuirse en buena medida a los partidos de oposición en el Congreso. Al Presidente le puede haber faltado sensibilidad política en su trato con los partidos, pero por razones ideológicas o por cálculo político los priistas y perredistas se han negado a dar los votos legislativos que habrían permitido la aprobación de las reformas fundamentales.
La falta de capacidad del presidente Fox para entablar un diálogo político con la oposición se ha visto acompañada por dificultades para tratar con los grupos de intelectuales que tienen una desmedida influencia en los medios de comunicación. A éstos les irrita la falta de interés intelectual y de tacto del Presidente, quien de hecho se mete en líos con frecuencia al hacer declaraciones poco reflexionadas que generan conflictos innecesarios.
En los tres primeros años de Gobierno la economía mexicana ha permanecido virtualmente estancada. Apenas ahora empiezan a registrarse los primeros síntomas de una recuperación. En buena medida el estancamiento ha sido producto de una atonía en la economía de los Estados Unidos. Pero México pudo haber generado crecimiento si hubieran llevado a cabo cuando menos algunas de las Reformas Estructurales.
El Gobierno de Fox ha quedado, por otra parte, marcado por una imagen de indecisión debido a la cancelación del proyecto de un nuevo aeropuerto en Texcoco. Más significativo que la pérdida de una inversión de miles de millones de dólares fue el mensaje de que unos cuantos manifestantes armados con machete podían intimidar al Gobierno de la República.
La prensa ha bordado extensamente en estos defectos, pero le ha prestado menor atención a los logros, que los ha habido. En un período de estancamiento económico, resulta sorprendente que las cifras del INEGI muestren una disminución significativa en el número de familias en pobreza extrema. Entre las razones se cuenta el aumento de las remesas de los trabajadores mexicanos en el exterior, pero también una creciente eficacia del programa Oportunidades para los mexicanos de menores recursos.
Poco se ha notado también el hecho de que este sexenio ha tenido un número inusitadamente bajo de huelgas, lo que significa que el secretario del trabajo, Carlos Abascal, tan cuestionado por sus opiniones morales y religiosas, ha hecho una buena labor de conciliación. El adecuado manejo de las finanzas públicas y de la política monetaria ha permitido mantener la estabilidad macroeconómica, un logro que los políticos e intelectuales desprecian pero que es crucial para darle un mejor nivel de vida a los mexicanos. El sector agropecuario, por otra parte, ha tenido un desempeño positivo, a pesar del estancamiento económico general, lo cual revela un aumento de la competitividad en un tiempo de apertura.
No ha llegado aún el momento de juzgar el sexenio. Carlos Salinas de Gortari y José López Portillo parecían haber tenido magníficos Gobiernos hasta el cuarto o quinto años. Ernesto Zedillo enfrentó un verdadero desastre en un principio, pero a partir del quinto año se empezaron a percibir sus logros. Habrá que esperar todavía varios años para ofrecer un juicio final del Gobierno al que los ciudadanos le exigieron: “No nos falles”.
IMSS
Para cubrir las pensiones de sus trabajadores sindicalizados, el IMSS tomará 20 mil millones de pesos del dinero que debía utilizarse para dar servicio a los derechohabientes. Si no hay un cambio de reglas, en algunos años todo el dinero del IMSS tendrá que usarse para nómina y pensiones sin que quede nada para proporcionar servicios a los derechohabientes.
Correo electrónico:
sergiosarmiento@todito.com