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Dos de noviembre| Honran a sus muertos

FABIOLA PÉREZ-CANEDO HERRERA

DOS DE NOVIEMBRE | MÚSICA Y ORACIONES FUERON PARTE DE LA FIESTA

EL SIGLO DE TORREÓN

A pesar de la crisis alcanzó para las flores

TORREÓN, COAH.- Miles de laguneros se dieron cita en los diversos cementerios de la ciudad para visitar a sus familiares finados en este Día de Muertos, a quienes dedicaron oraciones y cantos religiosos.

En el panteón municipal dos abundan las tumbas de pura tierra, algunas tienen bases de bloc, otras únicamente están delimitadas con piedras. Abundan las cruces de madera y muchas tienen apenas una tablita que sirve como lápida, donde los familiares escribieron con plumón negro el nombre del finado.

La mayoría de las personas que visitan este cementerio visten sencillos, de clase socioeconómica humilde. Todos llegan con escobas, palas, flores, coronas, tinas, trapos, todo lo necesario para limpiar y adornar las tumbas de sus seres queridos.

Hay criptas a pie de carretera. Los jóvenes que acarreaban el agua encadenaban sus bicicletas a las cruces. Algunos vendedores también utilizaban las figuras para amarrar de ahí las sombras que cubrían sus puestos.

No existe una barda que delimite el área del panteón y según los visitantes más frecuentes, no hay vigilancia alguna. Esto se comprueba por las múltiples tumbas hechas pedazos y las huellas de las figuras de las cruces que han sido arrancadas.

Los taxis se estacionaban encima de algunas criptas y las personas las pisaban sin darse cuenta de que eran tumbas, pues en algunas ni la lápida quedaba, únicamente un montón de tierra, que se confundía con la del camino, pues no hay pavimento.

Las criptas de los niños, adornadas con figuras de angelitos, han quedado ocultas entre los matorrales y la hierba que ahora las cubre, al punto que gran cantidad de personas optó por retirarse, al no encontrar a sus difuntitos entre la maleza, pero sí algunas víboras e insectos que calificaron como peligrosos.

A pesar de la sencillez de las tumbas, se distinguieron porque la gran mayoría estaban cubiertas por flores de Zempoal, Nube, Mano de león, Palma y Gladiola. Las personas limpiaban con agua, jabón y desinfectante toda el área de la cripta, además de retirar la hierba mala y adornar con flores.

El sol quemaba sobre las cabezas de los laguneros, pero el aire helado les obligaba a aferrarse a sus abrigos. A la salida, la gente se preguntaba molesta a quién le tocaría limpiar toda aquella maleza y culpaban de ello al administrador, por el olvido y deterioro en que se encuentra el cementerio, pero también al alcalde, Guillermo Anaya Llamas, pues los visitantes aseguran que no se ha visto preocupación de su parte por mejorar la calidad de los panteones.

En el panteón Torreón, una gran cantidad de niños desde los ocho años ofrecía llevar el agua a la gente, también ayudaban en la limpieza y pintaban las criptas. Aquí la clase social media era la predominante. La mayoría de las tumbas son blancas, pero aunque algunas llegaban a ocupar espacios mayores a los cinco metros, no había ninguna flor que les diera un poco de color.

Algunas personas se mostraron molestas porque las ofrendas que habían llevado el día anterior desaparecieron, así como las flores que recién colocaron en los floreros. Las estatuillas son más finas y hay grandes pinabetes que comparten su sombra con los visitantes.

Afuera, cientos de vendedores aprovecharon la ocasión para “hacer su agosto” con las flores, agua, todo tipo de comida, refrescos, churros, dulces, cañas de azúcar, fruta. La novedad fueron las coronas hechas de flores con imágenes de santos en el centro y forradas con plástico para evitar el maltrato.

Ya entrado el mediodía, hicieron su aparición los comerciantes de mercancía “pirata”, discos y películas que aún no llegan a la cartelera por diez pesos, además de los pollos asados, semillas, juguetes, ralladores, batidoras y diversos artículos del hogar, pulseras, collares, todo lo imaginable y más.

Para los laguneros, el panteón es un lugar de reflexión, que constantemente es transgredido por los maleantes, el alcohol, las drogas y la basura, pero no por ello pierde alguna vez su sentido de paz y armonía interior, de retrospectiva en uno mismo y con los demás, de hogar físico de los seres queridos finados.

Cómoda pero elegante

Las tumbas en Jardines del Tiempo se caracterizaron porque la gran mayoría fueron adornadas con rosas y claveles, en grandes y lujosos ornamentos.

La población que acudió a este cementerio, vestía cómoda pero elegante, al tiempo que instalaban lonas para protegerse del sol y se untaban repelentes contra los mosquitos, que no hicieron su aparición por el clima y la reciente fumigación de los jardines.

En el césped, alrededor de las tumbas, los familiares rezaban y cantaban, acompañados por tríos y cuartetos, melodías como “Un Puño de Tierra”, “Dios Nunca Muere”, “Hermoso Cariño” y “Amor Eterno”.

Algunos visitantes permanecían en silencio frente a la losa del ser querido, otros dialogaban e incluso “presentaban” a nuevos integrantes de la familia, como la novia del hijo o el pequeño recién nacido.

Los familiares llenaron con flores artificiales los jarrones junto a las lápidas y sobre la tumba, colocaron dispersas flores naturales.

Donde yacían niños, los padres y hermanos adornaron con globos de gas y algunos muñequitos; en las tumbas de algunos señores, la ofrenda era una lata vacía de cerveza de la marca favorita del difunto.

Aquí no hubo niños que acarrearan agua pero sí algunos jardineros que se encargaron de delimitar algunas tumbas. El personal del cementerio estuvo atento a las necesidades de los visitantes, a quienes proporcionaron pinol para limpiar la lápida y pinzas para retirar la poca hierba mala que había.

El panteón lucía colorido, por lo que muchos de los laguneros aprovecharon su visita para llevar comida y pasar el Día de Muertos en un picnic con sus finados.

El congestionamiento aquí fue más grave. Por su ubicación, a un costado de la carretera Torreón-Matamoros, la vialidad estuvo a cargo de la Policía Federal de Caminos, que no se daba abasto con la gran cantidad de vehículos que transitaban por la vía, además de los pertenecientes a los miles de visitantes.

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