EL SIGLO DE TORREÓN
CD. LERDO, DGO.- Nostalgia por los seres que nunca volverán. Alegría por recodarlos y visitar sus tumbas aunque sea una vez por año. Sentimientos encontrados se dejaron entrever en el Día de Muertos.
El Dos de Noviembre, fecha en que cientos de personas suelen acudir a los panteones para visitar a sus difuntos, se siente de todo un poco: nostalgia, alegría, amor y sobre todo, la esperanza de que algún día volverán a encontrarse con las personas que ya murieron.
Hace más de dos años murió la abuela de Sandra, pero a pesar del tiempo, la sigue extrañando como el primer día. Cada Dos de Noviembre visita su tumba: le lleva flores y aprovecha para contarle cómo es su vida desde que ella se fue para siempre.
Por eso dice que el Día de Muertos es contradictorio, pues por momentos dan ganas de llorar por horas frente a la tumba de los seres que ya se fueron, pero también invade una alegría por poder estar con ellos una vez al año.
Y es que a veces, las ocupaciones diarias como el trabajo o la familia, no le permiten a Sandra visitar a su abuela como ella quisiera. Así que el Dos de Noviembre hace hasta lo imposible por acudir al panteón municipal de Lerdo, este día se olvida de todo.
Al igual que Sandra, cientos de personas acudieron al panteón municipal de Lerdo. Protección Civil calcula que 300 personas por hora entraron al camposanto. Miles aprovecharon el domingo para adelantar el encuentro con sus seres queridos.
Los agentes de tránsito, los policías preventivos y los socorristas de la Cruz Roja, trataron de hacer más fácil el encuentro de las personas con sus difuntos. Para eso, vigilaron el tráfico, evitaron los robos y prestaron atención médica cuando fue necesario.
Y según Rodolfo Torres, titular de Protección Civil, el objetivo se logró: hasta el mediodía de ayer no se había presentado algún incidente qué lamentar. Ni siquiera fue necesario reprender a las personas que intentaron introducir agua al panteón, pues cuando les explicaron que estaba prohibido, aceptaron dejar los botes afuera del camposanto.
Así, mientras agentes y policías, vigilaban que todo marchara bien, los deudos pudieron llorar, reír y hasta cantarle por horas a sus difuntos. Porque el Dos de Noviembre, nunca se sabe cuándo los recuerdos serán tristes o alegres.