El quehacer de nuestra clase política, las formas en que interactúan los principales actores de la escena pública, tanto a nivel federal, estatal como municipal; la nula efectividad a la hora de lograr consensos y sobre todo el nivel del discurso que manejan por igual líderes sociales que autoridades, refieren una ausencia preocupante de la base sobre la cual se erige la democracia: los argumentos.
Un contexto que inhibe la discusión de ideas, de proyectos sustentables más allá del deseo personal y que alimenta la confrontación al calor de los tiempos políticos, Durango demuestra hoy los peligros que implica la manifiesta fragilidad de la base democrática que es la argumentación, el uso razonable de la palabra.
Cuando los actores políticos reaccionan visceralmente ante todo aquello que es contrario a lo que se desea, se abre la puerta al insulto y la amenaza. Ángel Sergio Guerrero Mier y los cuadros dirigentes del Partido Acción Nacional se encuentran hoy confrontados en una dinámica de esta índole.
El tono lo marca el propio gobernador de Durango cuando advierte que tiene en su poder videograbaciones y audios “que podrían generar escándalo político en perjuicio de los representantes de la oposición”, ante lo cual recibe por respuesta una denuncia ante la Contraloría por espionaje, intento de chantaje y posible uso indebido de recursos públicos.
Así se ventila la recta final de la campaña política en Durango, nada más alejado de la pretensión ciudadana de acceder a plenitud a un marco democrático de convivencia donde se privilegie la discusión de ideas y se argumenten los proyectos, en lugar de los enfrentamientos estériles y las amenazas.