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Durango/Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

en Durango es particularmente ancha la diferencia en las encuestas de preferencias electorales en favor del PRI. Puede darse por seguro que ese partido, que no ha perdido jamás la gubernatura aunque sí el Gobierno de la capital y el de otros municipios importantes, seguirá ejerciendo el poder ejecutivo en esa entidad: tiene una ventaja de 37 puntos sobre su mayor contendiente.

El candidato priista, Ismael Hernández Deras, tiene apenas 40 años (los cumplió el 20 de febrero pasado). Nacido en Ciudad del Mezquital, ha tenido una breve pero intensa carrera electoral: en 1992 fue elegido diputado local, pero no concluyó su trienio porque en 1994 pasó a una curul federal. Meses después de concluida su gestión en San Lázaro llegó a la Presidencia municipal, cuya gestión no terminó tampoco, esta vez para ser senador. En esa coyuntura fue superado por Adrián Alanís Quiñones, que ocupó el primer lugar en la fórmula, por lo que en caso de pérdida de la mayoría en la elección senatorial, Alanís y no Hernández ingresaría a Xicoténcatl.

Victorioso el PRI, entraron los dos al Senado y cuatro años más tarde, en la contienda interna por la candidatura a gobernador, Hernández se repuso de la cierta postergación sufrida ante Alanís. Hoy la encuesta de Reforma le reporta 63 por ciento de las preferencias electorales. Uno de los motivos de la ventaja de Hernández es que, por un lado, podría pasar perfectamente como un candidato panista y por otro lado el panismo sufre divisiones, que quizá le hagan padecer un retroceso respecto de su votación de hace seis años.

En 1998, su candidata Rosario Castro obtuvo 136 mil votos y podría ocurrir que el actual abanderado panista permaneciera en un nivel semejante y aun menor, pues registra el 26 por ciento de las preferencias. El candidato panista es Andrés Galván Rivas, ex diputado federal y ex dirigente de Acción Nacional en el estado. La postración de su candidatura obedece a la virulencia de la disputa interna entre dos grupos, el llamado de los gallos y el que busca reunirse en torno del secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo.

El Negro, como se le conoce, ha sido figura central del PAN en Durango desde que, hace más de veinte años, ganó la alcaldía de la ciudad de Durango, a la que su padre, Jesús Elizondo, había aspirado de modo simbólico en los cincuenta. Como Francisco Barrio en el vecino Chihuahua, Elizondo quiso alcanzar la gubernatura desde la alcaldía y como Barrio, tuvo que porfiar en su pretensión porque en 1986 apenas le fue reconocida una tenue votación y debió presentarse de nuevo en 1992.

A diferencia del chihuahuense, tampoco en esa oportunidad llegó Elizondo al Gobierno estatal, si bien alcanzó más del 36 por ciento de los votos (tres por ciento aportado por el PRD, del que también fue candidato). Diputado dos veces y senador, Elizondo rehusó tener una presencia activa en Durango y en cambio buscó ser presidente nacional de su partido, pero lo derrotó Carlos Castillo Peraza. Tres años más tarde coordinó la campaña de Ernesto Ruffo para el mismo cargo, contra Felipe Calderón, que lo obtuvo.

En ambas ocasiones Elizondo contó con el apoyo de Vicente Fox, con quien había coincidido en la Cámara en 1988. Por eso, cuando el gobernador de Guanajuato emprendió su trayecto hacia la Presidencia, Elizondo fue su coordinador de campaña, victorioso por primera vez en esos menesteres. Acaso frustrado por no haber sido secretario de Gobernación, cargo al que parecía destinado, además de desempeñarse con bajo perfil aun en su puesto en el gabinete, Elizondo no ha ejercido en su tierra la influencia que su presencia federal podría darle. Por eso, el ex diputado federal Rodolfo Dorador, que le es cercano, es candidato a la alcaldía de la capital y no a la gubernatura, a cuya campaña habría impreso mayor dinamismo. Aun menos presente es un tercer candidato a la gubernatura, el ex subprocurador general de la República, Jorge Campos Murillo, a quien lanzó la Alianza Todos por Durango (Partido del Trabajo, PRD y Convergencia) que apenas suma el siete por ciento de las preferencias.

En esa entidad, donde creció uno de sus enclaves originales, el PT ha mostrado un mejor desempeño que el PRD, a diferencia de lo que ocurre en el nivel nacional y en la mayor parte de las entidades. Surgido del Comité de Defensa Popular, el PT ha ganado dos veces la Presidencia municipal capitalina, la primera en 1992 con Alejandro González Yáñez, que hoy es diputado federal por segunda vez y de nuevo en 1995, con Marcos C. Cruz Martínez, que hoy es senador. Pero ni a solas, ni con el PRD y Convergencia el PT parece en posibilidad de alzar cabeza como antes.

Por esas razones y con la gubernatura prácticamente definida, las contiendas interesantes son las municipales y la legislativa. Este último punto reviste especial interés, porque los gobernadores Maximiliano Silerio y Ángel Sergio Guerrero Mier dispusieron de bancadas priistas con una mayoría muy rala y ahora la tendencia podría intensificarse hasta un Gobierno dividido. La disputa municipal refleja una situación contraria a la del avasallamiento priista en la elección estatal: en la elección de 1989, el PRI ganó 36 de los 39 municipios y desde entonces no ha hecho más que disminuir su cuota de Gobiernos municipales.

Ese partido ha calificado como municipios muy competidos, que podría perder o no recuperar, los de Santiago Papasquiaro, Guadalupe Victoria, Cuencamé, Lerdo, Vicente Guerrero, Canatlán y la capital.

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