Madrid, España.- Clint Eastwood, el director, es como un buen guión: reúne un sabio planteamiento, ritmo, perfecta progresión y un desenlace inmejorable en su carrera. Cosas que no por sonar como elementales para el oficio son moneda muy corriente. Con todo, Eastwood aporta algunos elementos tan personales y poderosos que le han aupado hasta convertirse en el gigante que es hoy.
Es un director elegante, con buen gusto, olfato en la elección de los actores a los que, además, estruja hasta que entregan la última gota y, sobre todo, escoge las historias en estado de gracia. La simbiosis entre contenido y continente que ya estaba en Sin Perdón, Un Mundo Perfecto, Los Puentes de Madison, Poder Absoluto o Space Cowboys vuelve a estar presente en Mystic River.
El guión, de Brian Helgeland, está basado en la novela de Dennis Lehane, Mystic River, que entusiasmó a Eastwood: ?Leí el libro y me decidí inmediatamente?. Así, en septiembre del año pasado, en Boston, a orillas del río Mystic, comenzó el rodaje de la película que hace la número 19 de los largometrajes producidos por Eastwood (con Malpaso, su productora), la 24ª de las que ha dirigido y la 9ª para la que compone música.
La historia se desarrolla 25 años después de su arranque, un día en que tres chavales, vecinos y amigos, juegan en una tranquila calle de su barrio. Aburridos de simular un partido de hockey, uno de ellos propone escribir sus nombres sobre el cemento fresco de una baldosa de la acera, recién reparada. Aún no han terminado cuando un coche para frente a ellos y un tipo, con esposas colgadas del cinturón, desciende, les atemoriza acusándoles de delinquir contra la propiedad pública y ordena a Dave acompañarle ante su madre para que le castigue.
Los otros chicos, Sean y Jimmy, asustados, no reaccionan cuando un lloroso Dave entra en el coche en el que otro hombre espera.
En el presente, Jimmy (Sean Penn), propietario de un drugstore y Dave (Tim Robbins), sin un trabajo continuado, siguen viviendo en el barrio de su niñez, mientras Sean (Kevin Bacon), detective de policía, se mudó tiempo atrás. Pero hoy, igual que tiempo atrás, cuando el secuestro de Dave conmocionó su vida y clausuró la amistad entre ellos, otro hecho trágico los salpica.
La hija mayor de Jimmy, de 19 años, es asesinada y encargan el caso a Sean quien, al regresar a su antiguo barrio con su compañero (Laurence Fishburne), debe enfrentarse a situaciones que desconocía y sentimientos pretendidamente relegados.
El núcleo de Mystic River es la constatación de que nada ocurrido en el pasado deja de existir con el paso del tiempo. Cada acto tiene un coste que puede cobrar intereses hasta el final. Si la inocencia o los sueños acariciados para los hijos son arrancados violentamente, no se recuperan jamás. Los grandes traumas pueden ocultarse a la gente aunque siguen vivos en las víctimas.
Pero ¿todo vale si sirve como bálsamo para las heridas sin cicatrizar? Las familias creadas por los antiguos amigos cumplen su cometido de apoyo y esperanza. En un equipo unido por el mismo objetivo no hay sitio para las dudas ni los titubeos, pero si un miembro cuestiona la ética o la verdad de los otros, probablemente el equipo estará herido de muerte.
Marcia Gay Harden (que ya trabajó con Eastwood en Space Cowboys) y Laura Linney (que lo hizo en Poder absoluto ) son aquí las esposas de Robbins y Penn, respectivamente. Eastwood buscaba que los actores trabajaran a gusto y eso es lo que ha encontrado. Él, como Woody Allen, tiene lista de espera, todos quieren estar en sus proyectos. Que en este caso, Robbins y Penn sean también directores quizá ha contribuido al mutuo entendimiento.
Todo el reparto alaba el clima de respeto y equilibrio del rodaje y la inteligencia del director al basar su trabajo en previas charlas y lecturas de guión y en una mínima repetición de tomas. Y, también, en la seguridad de estar en manos de, según palabras de Robbins, ?un verdadero artista en todos los aspectos?.
