Si se suma el hecho de que la región carece de un proyecto de desarrollo sustentable, a la sobreexplotación de los mantos freáticos, la proliferación de los tiraderos clandestinos de toda clase de desechos, incluso tóxicos y a la ayudadita que día a día nos proporciona Peñoles y sus emanaciones de plomo, cadmio y otras sustancias dañinas, entonces hoy, Día mundial del Medio Ambiente, La Laguna no tiene nada realmente qué celebrar.
Un poco de complicidad, otro tanto de apatía y un mucho de incapacidad por parte de las autoridades de los tres niveles de Gobierno, aderezan esta suerte de peligrosa ensalada hecha a base contaminación que los laguneros debemos comer en forma cotidiana.
En el aire que respiramos hay plomo, partículas suspendidas, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, bióxido de azufre y por supuesto, ozono, gracias a los vehículos, las refinerías de metal, las centrales termoeléctricas, las polvaredas y fogatas.
En el agua que podemos beber se encuentran, entre otras sustancias tóxicas, dióxidos de azufre y carbono, así como monóxido de carbono, hidrocarburos y hasta arsénico.
Así que, mientras las industrias de Gómez Palacio continúan vertiendo toda clase de residuales en el lecho seco del río Nazas, hoy se celebra en el mundo el día que llama a la conciencia de los ciudadanos a colocar el cuidado de la ecología y el medio ambiente como una prioridad. Ojalá que las autoridades también atendieran el llamado.