Luis Maeda Villalobos
La sequía no termina a la fecha
Hemos tenido que soportar seis períodos largos de sequía desde 1929, con una duración que oscila entre los diez y quince años. La última principió en 1993 y por lo que se ve no termina todavía. El hecho de presenciar chubascos en forma aislada no significa la regularidad de un período de lluvia en esta latitud del semidesierto, que tiene una pluviosidad de 250 milímetros anuales, en los meses de julio, agosto y septiembre y en lo que va del año, las lluvias no se regularizan y ello afecta a los campesinos y agricultores laguneros.
Las siembras en el campo son sincrónicas con las épocas de lluvias. Si éstas se retrasan como está sucediendo, afecta a los tipos de cultivos con la cercanía del otoño, con heladas prematuras que merman las cosechas. En la investigación de campo, presenciamos un desánimo general por la ausencia regular del agua de lluvia, que influye en las economías del sector campesino y sus familias. Esto quiere decir, que si la sequía persiste y se prolonga más, es urgente tomar medidas precautorias en toda la Región Hidrológica VII, en donde se incluye el Distrito de Riego 017 Nazas-Aguanaval y la subregión Comarca Lagunera, Parras, Mapimí y El Salado, debido a que la demanda será mayor que la oferta, tanto de agua superficial como subterránea y este desequilibrio traerá consecuencias importantes desde el punto de vista social, económico, político y cultural, si se considera que el agua es fundamental en la sustentabilidad de la vida y el desarrollo de una región.
Afecta a los agostaderos, que se ven sin pastos que requiere el ganado; a la agricultura que se reduce en forma paralela al volumen de agua de las presas, que contienen un nivel mínimo por los escasos escurrimientos, déficit que en la región se tiene que complementar con el agua de alumbramiento de los acuíferos, los que se abaten por la pobre recarga y la sobre explotación de tantos años.
Las consecuencias del fenómeno no se dejan esperar e impactan también al comercio, a la industria, con un desempleo ascendente y el encarecimiento de los productos, lo que afecta el bienestar de las familias y en general a toda la población.
Las autoridades que manejan las cuestiones hidráulicas, no desconocen estos factores atmosféricos y saben del déficit de agua regional. Han propuesto acciones que deben aplicarse oportunamente, como estrategias para lograr el uso eficiente del agua, sus prioridades en el uso racional, educación ambiental y la cultura del agua, además de la prevención de eventos adversos naturales, como las inundaciones y las sequías.
La nueva Ley de Aguas Nacionales y su reglamento, son bastante claros en sus objetivos, si se considera que el agua es un recurso estratégico y de seguridad nacional. Es loable que el Plan Nacional de Desarrollo incluya el Programa Hidráulico Regional 2002-2006, con objetivos claros en las Cuencas Centrales del Norte, sólo que por ningún lado se mencionan las diez propuestas inscritas por oficio a la Comisión Nacional del Agua regional, de la sociedad organizada en Laguneros por el Agua, A.C., fundamentadas en el abatimiento de los niveles de los acuíferos, sobre todo el principal, del cual sobrevive La Laguna.
La pérdida progresiva de la calidad del agua potable, el riesgo de la intrusión del hidroarsenicismo y sobre todo el desconocimiento del volumen de agua que queda en el acuífero principal, son la más alta preocupación de Laguneros por el Agua, A.C., por lo que se ha propuesto la investigación de los acuíferos regionales, a través de los Sondeos Electromagnéticos, técnica de vanguardia que nos proporciona el perfil de los acuíferos hasta a una profundidad más allá de los mil metros y con ello, se puede calcular su nivel y volumen.
La reforestación de la cuenca alta, la conservación y cuidados del río Nazas en todo su trayecto, son fundamentales, como también lo requiere el río Aguanaval, así como controlar sus grandes avenidas y evitar de esta manera, las inundaciones y la pérdida de agua por evaporación.
La Comisión Nacional del Agua no desconoce que el acuífero principal tiene un déficit de 183 millones de metros cúbicos; que existen más de dos mil 500 pozos en operación, que extraen agua subterránea con motores electromecánicos y bombas cada vez más profundas, lo que encarece el agua. Acuíferos que tienen poca recarga en proporción a la extracción.
No hay que darle vuelta al asunto, la Ley de Aguas Nacionales y su nuevo reglamento son magníficos, sólo hay que aplicarlos justamente y con transparencia ante nuestra crítica situación.