Luis Maeda Villalobos
Buen negocio la importación de leche en polvo
Siempre hemos pensado que la cuenca lechera de la Región Lagunera, produce leche de alta calidad por el ecosistema y la alimentación a base de la reina de los forrajes, la alfalfa, con un 17 por ciento de proteína junto a los complementos. Sin embargo, se sabe de la importación de más de 460 mil toneladas de leche en polvo al año, por la antigua empresa LICONSA, que de paraestatal pasa a ser de capital privado.
El gobierno le compra a la empresa 170 mil toneladas para sostener los desayunos escolares en una dotación de 250 mililitros (un vaso), para cada escolapio, cosa que paga el mismo pueblo. Lo que no se sabe, por la poca transparencia del asunto, es el beneficio o perjuicio a las empresas productoras de leche en la región, considerando que los hatos de vacas son de alto registro, que requieren cuidados extremos de vacunaciones, forrajes y complementos equilibrados, mano de obra y agua en abundancia. Una inversión costosísima, ignorándose a la vez, si la revoltura de la leche en polvo con la natural, sea de calidad.
Es obvio que los que sí se verán afectados con la anomalía, son los productores en pequeño y traspatio, además de la caprinocultura de gran importancia en la región. Se sabe que algunos productos como los quesos, cajeta, dulces de leche, nieves, leches evaporadas, condensadas y ultrapasteurizadas, son elaborados con leche en polvo importada, lo que constituye un gran negocio a espaldas de la ciudadanía, que además ignora la calidad de la leche importada, porque no existe un laboratorio de control de calidad. Ahora, que si las cosas están bien, denlo a conocer al pueblo que espera el cambio... La leche es un elemento importante en la dieta del mexicano.
Este asunto requiere como se ve, una reflexión, debido a que en otros casos como la importación de maíz y frijol, afectó de manera importante a la producción nacional sin precio justo, echándose a perder en las bodegas de Durango y Zacatecas.
El maíz, otro producto básico de la dieta nacional, es monopolizado por MASECA y otras filiales. El ciudadano desconoce la calidad del producto, si contiene o no aflatoxinas (producidas por un hongo) que son cancerígenas y si los cereales son transgénicos. Los mexicanos somos conejillos de indias para conocer los efectos a corto o largo plazo.
Es entonces necesario, continuar insistiendo, por parte del Consejo Ecológico de Participación Ciudadana de Torreón, A.C.O.N.G., sobre la importancia de contar nacionalmente con un laboratorio de bromatología, para conocer así, la calidad de alimentos que ingiere el pueblo de México.
Preguntamos ¿dónde está la conciencia gubernamental y ciudadana? ¿por qué están callados los verdaderos líderes (¿?) que tanto alboroto hicieron ante los tratados del libre comercio?