Luis Maeda Villalobos
Nuevos apoyos al diagnóstico de la contaminación ambiental
Es cierto que las tecnologías de vanguardia, en el diagnóstico del grado de contaminación del aire atmosférico, se basan en un monitoreo estratégico, con equipos discriminatorios de los componentes contaminantes. Se conoce así la calidad del aire que se respira, por su contenido de polvos, gases y humos, además de las partículas sólidas totales, más allá de los parámetros considerados como “normales”, los que se supone, no ocasionan daño alguno a la biosfera ni al hombre. En el perfil de contaminantes, el bióxido de carbono ocupa el primer lugar y luego le siguen el bióxido de azufre, de nitrógeno, el monóxido de carbono y otros hidrocarburos que son producto de la combustión del petróleo y de origen orgánico de la industria química.
Se calcula que cada año llegan a la atmósfera, siete mil millones de toneladas de bióxido de carbono, en su mayor parte por la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón mineral, diésel, gasolinas, gas, etc. Lo grave del asunto, es que además del efecto de invernadero que se produce con aumento de la temperatura global, con cambios en los climas, afecta también la capa de ozono. Ésta se encuentra a cuarenta kilómetros de altura en la estratósfera y se ha visto, no sólo su adelgazamiento, sino que presenta agujeros importantes como en la Antártida, eventos que son causados por la emisión de productos químicos como los clorofluorocarbonos, que usan los industriales para los equipos de refrigeración, impelentes en los desodorantes, pinturas, hielo seco, pegamentos y otros como los ingnífugos (apagafuegos).
La capa de ozono tiene importancia en su conservación, debido a que detiene algunas radiaciones ultravioletas del Sol, que son dañinas por ser biocidas y como causa del cáncer de la piel, melanomas malignos, cataratas, dermatitis y bronceado. A pesar de ello, algunos países industrializados continúan sin control, produciendo los clorofluorocarbonos y otros compuestos halogenados y óxidos nitrosos, que afectan al ozono de la capa protectora natural. El o los hoyos o agujeros, han sido detectados por los satélites meteorológicos de la NASA. El del polo Sur, mide algunos 28 millones de kilómetros cuadrados, con una tendencia a crecer, obviamente.
El Consejo Ecológico de Participación Ciudadana de Torreón, A. C., en una investigación de campo, encontró que existen otros apoyos para determinar los índices de contaminación, tanto del aire como del medio ambiente en general, como son la presencia de algunos líquenes, seres vivos representantes actuales desde el origen de la vida en el planeta y son un consorcio simbiótico de hongos y algas, abarcando varios géneros y especies. Se aferran a las rocas, ramas y troncos de los árboles y algunos son indicadores de la contaminación ambiental. Por ejemplo, si se encuentra el liquen Xanthoria sp, de color anaranjado, señala un grado de contaminación mediana. La Lecanora sp, de color gris, que parece una costra sobre las rocas, indica una contaminación muy alta, con respecto a la presencia del liquen Parmellia sp, de color verde y que crece en láminas en las rocas, expresa una contaminación mediana. La Evernia sp por su parte, de color verdoso ramificado y color blanco en su interior, curiosamente crece en el suelo y en los troncos de los árboles y arbustos, indicando con su presencia una atmósfera limpia. Finalmente, con el liquen presente de la Ramelia sp, de color verdoso y ramificado que crece en las rocas ácidas, indica que la atmósfera está limpia de contaminantes. La Naturaleza nos enseña con esto, un método sencillo para diagnosticar la calidad del aire y el grado de contaminación atmosférica y del medio ambiente, por lo que se espera que los miembros investigadores del Consejo, continúen con el mismo entusiasmo de siempre en la protección de la Naturaleza.
