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Ecología Regional / AGROPECUARIA

LUIS MADA VILLALOBOS

Tienen razón los

ganaderos de quejarse

de la nueva Ley de Aguas

Nacionales

Desde los años cincuentas, los renglones productivos agrícolas y ganaderos han sido privilegiados en explotar las reservas de agua del subsuelo y las de los ríos Nazas y Aguanaval. Después de la Segunda Guerra Mundial, hubo necesidad de incrementar la producción de alimentos y para ello y por las circunstancias, no existió un control en la explotación del recurso en la Comarca Lagunera, cosa que más tarde trajo consecuencias dignas de valorar.

En ese entonces, no existían vedas ciertamente, lo que dio lugar a que a su antojo y sin orden, se perforaran más de cuatro mil pozos, los que afloraban más de mil 200 millones de metros cúbicos al año, que ocasionó, desde luego, un desequilibrio en los acuíferos, sobre todo en el principal, que se manifestó en los años de 1953 al 55, con la desaparición de todos los manantiales de la región, desde luego los de Viesca, Hacienda de Hornos, Santa Ana, Juan Guerra, Corral de Piedra, El Túnel, Marraneras, de Murillo, El Molino, entre otros. Ojos de agua que jamás se han podido recuperar, por prevalecer la extracción sobre la recarga de los acuíferos.

Al irse agravando esta situación, el Gobierno dictaminó vedas, evitando así, continuar con la anomalía y a pesar de ello, siguieron igual. Agricultores y ganaderos por encima de la Ley de Aguas Federales.

Como lo instituye el artículo 27 constitucional, se empezó a reglamentar la sobre-explotación de las aguas subterráneas. Aún así, se careció de un censo real de los pozos de extracción, con el registro de ellos, permaneciendo sin control legal (piratas).

Vinieron nuevas leyes de Aguas Nacionales, con una reglamentación más estricta y mejor control en el alumbramiento, de tal forma que la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, comenzó a exigir la instalación de medidores, porque el acuífero en sus niveles estáticos iba dramáticamente hacia abajo.

No se cumplió totalmente con la exigencia y los ganaderos y algunos agricultores nylon exigieron al Gobierno, algo más, como fue la famosa tarifa nueve, para que la Comisión Federal de Electricidad (CFE), subsidiara dicha cuota.

Otra consecuencia que se agrega a la profundización de las aguas subterráneas, con la desaparición de los ojos de agua, es el avance del arsénico en el agua, que como un dogal, se va estrechando cada día y así, el agua contendrá más de 0.05 partes por millón o miligramos por litro de agua (ppm), que es el límite permitido en el agua potable.

El azote cíclico de las sequías agrava la situación de suplencia de agua en la zona conurbada de Coahuila y Durango y estamos entrando a un límite de escasez que exige una meditación...

Ante ese uso irracional de los ganaderos y agricultores, que en nada nos enorgullece, ha sido motivo del enriquecimiento de unos cuantos que todo el mundo conoce, a quienes no les importan sus familias, ni las nuestras, mucho menos el desarrollo regional, que depende indudablemente del agua.

Empecinados los ricos terratenientes y ahora dueños de la mayoría de los derechos de agua de los ejidatarios ?los que han tenido que vender por necesidad, junto con sus tierras- se sienten dueños también del destino de La Laguna y por supuesto del futuro de la ciudadanía regional. A pesar de la existencia de una nueva versión modificada con su reglamento, de la Ley de Aguas Nacionales, en donde ya se reconoce la participación ciudadana en las decisiones sobre la distribución del recurso agua, con voz y voto, buscando la equidad en el derecho.

La sociedad organizada estará pendiente de apoyar a la Comisión Nacional del Agua (CNA) en la aplicación de la Ley, a pesar de las protestas de los ricos explotadores crónicos del agua, para seguir enriqueciéndose a expensas del bienestar y el futuro, como dije, de las comunidades laguneras. No consideran los explotadores parlanchines, que sin agua no hay vida y para mayor gusto, les comunico los cálculos de George Börgstrom: para producir actualmente un litro de leche, se requieren tres mil setecientos litros de agua (alfalfa, lo que se bebe la vaca, etc.) Ello significa que los laguneros exportamos nuestro acuífero en forma de leche a otros lados, así como la carne, aunque nos acabemos el recurso acuífero que necesitamos para sobrevivir. Y aún hay más...

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